ADULTERIO
Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Mateo 5:28
Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. Mateo 5:32
Y yo le dije: “Señor, si un hombre que tiene una esposa que confía en el Señor la descubre en adulterio, ¿comete pecado el marido que vive con ella?” “En tanto que esté en la ignorancia,” me dijo, “no peca; pero si el marido sabe que ella peca, y la esposa no se arrepiente, sino que continúa en la fornicación, y el marido vive con ella, él se hace responsable del pecado de ella y es un cómplice en su adulterio.” Y le dije: “¿Qué es, pues, lo que ha de hacer el marido si la esposa sigue en este caso?” “Que se divorcie de ella,” dijo él, “y que el marido viva solo; pero si después de divorciarse de su esposa se casa con otra, él también comete adulterio.” “Así pues, Señor,” le dije, “si después que la esposa es divorciada se arrepiente y desea regresar a su propio marido, ¿no ha de ser recibida?” “Sin duda ha de serlo,” me dijo; “si el marido no la recibe, peca y acarrea gran pecado sobre sí; es más, el que ha pecado y se arrepiente debe ser recibido, pero no varias veces, porque sólo hay un arrepentimiento para los siervos de Dios. Por amor a su arrepentimiento, pues, el marido no debe casarse con otra. Esta es la manera de obrar que se manda al esposo y a la esposa. No sólo,” dijo él, “es adulterio si un hombre contamina su carne, sino que todo el que hace cosas como los paganos comete adulterio. Por consiguiente, si hechos así los sigue haciendo un hombre y no se arrepiente, mantente aparte de él y no vivas con él. De otro modo, tú también eres partícipe de su pecado. Por esta causa, se les manda que permanezcan solos, sea el marido o la esposa; porque en estos casos es posible el arrepentimiento. Yo,” me dijo, “no doy oportunidad para que la cosa se quede así, sino con miras a que el pecador no peque más. Pero, con respecto al pecado anterior, hay Uno que puede dar curación: El es el que tiene autoridad sobre todas las cosas.” Hermas (150 d.C.)
“Escucha,” [dijo él], “a través de qué obras el mal deseo acarrea muerte a los siervos de Dios. Ante todo, el deseo de la esposa o marido de otro… Estos deseos, pues, son malos, y causan la muerte a los siervos de Dios. Porque este mal deseo es un hijo del diablo. Por lo tanto, tienen que abstenerse de los malos deseos, para que, absteniéndose, puedan vivir para Dios.” Hermas (150 d.C.)
Sobre la castidad, (Cristo] dijo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y el que se casa con una divorciada de otro marido, comete adulterio. Así, para nuestro Maestro, no sólo son pecadores los que contraen doble matrimonio conforme a la ley humana, sino también los que miran a una mujer para desearla. No sólo rechaza al que comete adulterio de hecho, sino también al que lo desea, pues ante Dios son patentes tanto las obras como los deseos. Justino Mártir (160 d.C.)
O hay que permanecer tal como uno nació, o hay que casarse una sola vez. El segundo matrimonio es un adulterio decente. Dice la Escritura: “el que deja a su mujer y se casa con otra, comete adulterio,” no es permitido abandonar a aquella cuya virginidad uno deshizo, ni casarse de nuevo. Atenágoras (175 d.C.)
A nosotros no puede invadirnos este error, porque nos cerca la muralla de la observancia fiel de la castidad; pues ésta nos defiende del estupro y adulterio voluntario. Tertuliano (197 d.C.)
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