ÁGAPE
Cuando, pues os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre y otro se embriaga. 1 Corintios 11: 20-21
Estos son inmundicias y manchas, quienes mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. 2 Pedro 2:13
Estos son manchas en sus ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos. Judas 12
No es legítimo, aparte del obispo, ni bautizar ni celebrar una fiesta de amor (ágape). Ignacio (105 d.C.)
Un ágape realmente es un alimento celestial, un banquete espiritual: “Todo lo sufre, todo lo soporta, todo lo espera; el amor jamás decae.” Sobre este amor se fundamenta toda la ley y Cristo. Y si amas al Señor tu Dios y a tu prójimo, este es el verdadero banquete que se celebra en los cielos, en tanto que el banquete terrestre se le llama cena, como lo muestra la Escritura, puesto que el banquete tiene como móvil el amor, mas la cena no es caridad; es solamente una demostración de una generosa y comunitaria benevolencia. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Ya que si es el amor que nos congrega para comer, el objetivo de los banquetes es el intercambio amistoso entre los concurrentes, y la comida y la bebida son meros acompañantes del amor, ¿Cómo no nos vamos a comportar racionalmente? Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Pero su mismo nombre muestra lo que son nuestras cenas, pues se llaman ágapes, que significa en griego “amor.” Todo lo que en ellas se gasta, es en nombre y en beneficio de la caridad, ya que con tales refrigerios ayudamos a los indigentes de toda suerte, no a los jactanciosos parásitos que se dan entre ustedes... Consideren el orden que en ellas se sigue, para que vean su carácter piadoso: no se admite en ellas nada vil o contrario a la templanza. Nadie se sienta a la mesa sin haber antes gustado una oración a Dios. Se come lo que conviene para saciar el hambre; se bebe lo que conviene a hombres modestos. Se sacian teniendo presente que incluso durante la noche han de adorar a Dios, y hablan teniendo presente que su Señor les oye. Tertuliano (197 d.C.)
Nuestros banquetes no sólo son honestos, sino también sobrios, pues no nos excedemos en la comida ni prolongamos los banquetes bebiendo vino sin mezcla, sino que moderamos la alegría con gravedad, por medio de una conversación casta y de un cuerpo aún más casto. Marco Minucio Félix (200 d.C.)
VER TAMBIÉN CRISTIANISMO (V. Falsas acusaciones contra los cristianos); CULTO CRISTIANO; SANTA CENA