ARREPENTIMIENTO
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Isaías 1:16-18
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados sus pecados. Hechos 3:19
Sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Hechos 26:20
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Juan 2:1
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados. Hebreos 10:26
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Apocalipsis 2:5
Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos cuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvación, ganó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento. Observemos todas las generaciones en orden, y veamos que de generación en generación el Señor ha dado oportunidad para el arrepentimiento a aquellos que han deseado volverse a Él. Noé predicó el arrepentimiento, y los que le obedecieron se salvaron. Jonás predicó la destrucción para los hombres de Nínive; pero ellos, al arrepentirse de sus pecados, obtuvieron el perdón de Dios mediante súplicas y recibieron salvación, por más que eran extraños respecto a Dios. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
Los ministros de la gracia de Dios, por medio del Espíritu Santo, hablaron referente al arrepentimiento. Sí, y el Señor del universo mismo habló del arrepentimiento con un juramento: Vivo yo, dice el Señor, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se arrepienta. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
Y (Dios) añadió también un juicio misericordioso: Arrepiéntanse, oh casa de Israel, de su iniquidad; digan a los hijos de mi pueblo: … límpiense, quiten la iniquidad de sus obras de delante de mis ojos; dejen de hacer lo malo; aprendan a hacer lo bueno; busquen la justicia; defiendan al oprimido, juzguen la causa del huérfano, hagan justicia a la viuda. Vengan luego, dice el Señor, y estemos a cuenta; aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quieren y obedecen, comerán el bien de la tierra; si rehúsan y son rebeldes, serán consumidos a espada; porque la boca del Señor lo ha dicho. Siendo así, pues, que Él desea que todos sus amados participen del arrepentimiento, lo confirmó con un acto de su voluntad poderosa. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
Nosotros, en tanto que estamos en este mundo, arrepintámonos de todo corazón de las cosas malas que hemos hecho en la carne, para que podamos ser salvados por el Señor en tanto que hay oportunidad para el arrepentimiento. Porque una vez que hallamos partido de este mundo ya no podremos hacer confesión allí, ni tampoco arrepentirnos. Segunda de Clemente (150 d.C.)
Por tanto, hermanos, arrepintámonos ahora mismo. Seamos sobrios para lo que es bueno; porque estamos llenos de locura y maldad. Borremos nuestros pecados anteriores, y arrepintámonos con toda el alma y seamos salvos. Y que no seamos hallados complaciendo a los hombres. Segunda de Clemente (150 d.C.)
Todos los santos que han pecado hasta el día de hoy, si se arrepienten de todo corazón, y quitan la doblez de ánimo de su corazón. Porque el Señor juró por su propia gloria, con respecto a sus elegidos: que si, ahora que se ha puesto este día como límite, se comete pecado, después no habrá para ellos salvación; porque el arrepentimiento para los justos tiene un fin; los días del arrepentimiento se han cumplido para todos los santos; en tanto que para los gentiles hay arrepentimiento hasta el último día. Hermas (150 d.C.)
(El arrepentimiento en el caso de adulterio) Y le dije: “¿Qué es, pues, lo que ha de hacer el marido si la esposa sigue en adulterio?” “Que se divorcie de ella,” dijo él, “y que el marido viva solo; pero si después de divorciarse de su esposa se casa con otra, él también comete adulterio.” “Así pues, Señor,” le dije, “si después que la esposa es divorciada se arrepiente y desea regresar a su propio marido, ¿no ha de ser recibida?” “Sin duda ha de serlo,” me dijo; “si el marido no la recibe, peca y acarrea gran pecado sobre sí; es más, el que ha pecado y se arrepiente debe ser recibido, pero no varias veces, porque sólo hay un arrepentimiento para los siervos de Dios. Por amor a su arrepentimiento, pues, el marido no debe casarse con otra. Esta es la manera de obrar que se manda al esposo y a la esposa. No sólo,” dijo él, “es adulterio si un hombre contamina su carne, sino que todo el que hace cosas como los paganos comete adulterio. Por consiguiente, si hechos así los sigue haciendo un hombre y no se arrepiente, mantente aparte de él y no vivas con él. De otro modo, tú también eres partícipe de su pecado. Por esta causa, se les manda que permanezcan solos, sea el marido o la esposa; porque en estos casos es posible el arrepentimiento. Hermas (150 d.C.)
“El arrepentirse es una gran comprensión,” dijo él. “Porque el hombre que ha pecado comprende que ha hecho lo malo delante del Señor, y el hecho que ha cometido entra en su corazón y se arrepiente y ya no obra mal, sino que hace bien en abundancia, y humilla su propia alma, y la atormenta porque ha pecado. Ves, pues, que el arrepentimiento es una gran comprensión.” Hermas (150 d.C.)
“Escucha,” me dijo; “las ovejas que viste contentas y juguetonas, son las que se han apartado de Dios por completo, y se han entregado a sus propios deleites y a los deseos de este mundo. En ellas, pues, no hay arrepentimiento para vida.” Hermas (150 d.C.)
Estas son los que han oído mis mandamientos, y han practicado arrepentimiento con todo su corazón. Por ello, cuando el Señor vio que su arrepentimiento era bueno y puro, y que podían continuar en él, ordenó que sus pecados anteriores fueran borrados. Hermas (150 d.C.)
Si alguien introduce amor en su alma, aunque haya nacido en pecado y cometido muchas cosas prohibidas, es capaz de corregir sus errores. Él puede hacer esto, aumentando su amor y adoptando un arrepentimiento puro. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Se propone avalorar las oraciones que dirigimos al Señor, con la aspereza del ayuno; removerse con lágrimas día y noche; invocar a Dios con todo el ardor de nuestra fe... La penitencia levanta al hombre precisamente cuando lo abate y lo postra en tierra; lo ilumina con una luz resplandeciente, cuando le mueve a reconocerse pobre y desvalido; lo justifica cuando le acusa; lo absuelve cuando le condena. Créeme: cuanto más severo seas contigo mismo, más perdonará y excusará Dios tus culpas. Tertuliano (197 d.C.)
El arrepentimiento es el precio por medio del cual el Señor ha determinado otorgar perdón. Los comerciantes primero examinan las monedas con las que hacen su negocio para ver si están cortadas, dañadas o son falsas. Del mismo modo, creemos que el Señor cuando está a punto de concedernos tal mercancía costosa, la vida eterna, primero prueba nuestro arrepentimiento. Tertuliano (203 d.C.)
“He aquí yo la arrojo en cama y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.” Ciertamente, el Señor no les hubiera llamado al arrepentimiento, sino prometiera misericordia a los que se arrepienten. Cipriano (225 d.C.)
Dios desea que los hombres sean limpios de sus pecados por eso manda a arrepentirse. El arrepentimiento no es más que declarar y afirmar que uno va dejar de pecar. Por eso los que son perdonados son los que sólo por ignorancia o descuido caen en pecado. Pero el que peca deliberadamente no tiene perdón. Lactancio (304 d.C.)
VER TAMBIÉN CONFESIÓN DE PECADOS; NUEVO NACIMIENTO; SALVACIÓN