BAUTISMO

I. El significado del bautismo
II. Forma y descripción del bautismo
III. El bautismo y los herejes
IV. El bautismo de infantes

I. El significado del bautismo (Volver arriba)

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Juan 3:5

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Hechos 2:38

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre. Hechos 22:16

Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Gálatas 3:27

Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. Tito 3:5

Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Hebreos 10:22

El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo. 1 Pedro 3:21

Ahora bien, acerca del agua se dice contra Israel cómo no habían de aceptar el bautismo, que trae la remisión de los pecados, sino que se construirían otros lavatorios para sí mismos. Bernabé (70-130 d.C.)

(Jesús) nació y fue bautizado para que por su pasión pudiera purificar el agua. Ignacio (105 d.C.)

Que su bautismo permanezca en ustedes como su escudo; su fe como su yelmo; su amor como su lanza; su paciencia como la armadura del cuerpo. Ignacio (105 d.C.)

Porque si hacemos la voluntad de Cristo hallaremos descanso; pero si no la hacemos, nada nos librará del castigo eterno si desobedecemos sus mandamientos. Y la escritura dice también en Ezequiel: Aunque Noé y Job y Daniel se levanten, no librarán a sus hijos de la cautividad. Pero si ni aun hombres tan justos como éstos no pueden con sus actos de justicia librar a sus hijos, ¿con qué confianza nosotros, si no mantenemos nuestro bautismo puro y sin tacha, entraremos en el reino de Dios? O ¿quién será nuestro abogado, a menos que se nos halle en posesión de obras santas y justas? Segunda de Clemente (150 d.C.)

Porque antes que un hombre lleve el nombre [del Hijo de] Dios, es muerto; pero cuando ha recibido el sello, deja a un lado la mortalidad y asume otra vez la vida. El sello, pues, es el agua; así que descienden en el agua muertos y salen vivos. Hermas (150 d.C.)

No hay otra manera [de obtener las promesas de Dios] sino sólo ésta: conocer a Cristo, ser lavados en la fuente de la cual habla Isaías para la remisión de los pecados, y desde ese momento en adelante, vivir vidas sin pecado. Justino Mártir (160 d.C.)

A este alimento lo llamamos eucaristía. A nadie le es lícito participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Justino Mártir (160 d.C.)

Siendo leprosos en el pecado, somos lavados de nuestras transgresiones antiguas por medio del agua sagrada y la invocación al Señor. De esta manera somos regenerados espiritualmente como niños recién nacidos, así como el Señor ha dicho: ‘El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios’. Ireneo (180 d.C.)

Nuestros cuerpos recibieron la unidad por medio de la purificación (bautismal) para la incorrupción; y las almas la recibieron por el Espíritu. Por eso fueron necesarios, pues ambos nos llevan a la vida de Dios. Ireneo (180 d.C.)

Los hombres de esta clase (los gnósticos) han sido instigados por Satanás a negar el bautismo el cual es la regeneración de Dios. Ireneo (180 d.C.)

En primer lugar la fe nos invita insistentemente a recordar que hemos recibido el bautismo para el perdón de los pecados en el nombre de Dios Padre y en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios; que el bautismo es el sello de la vida eterna, el nuevo nacimiento de Dios, de tal modo que no seamos ya más hijos de los hombres mortales, sino de Dios eterno e indefectible. Ireneo (180 d.C.)

Por eso el bautismo, nuestro nuevo nacimiento… nos concede renacer a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Ireneo (180 d.C.)

Los discípulos… enseñando a los hombres el camino de la vida para apartarlos de los ídolos, de la fornicación y de la avaricia, purificando sus almas y sus cuerpos con el bautismo de agua y de Espíritu Santo, distribuyendo y suministrando a los creyentes este Espíritu Santo que habían recibido del Señor. Ireneo (180 d.C.)

Lo mismo ocurre con nosotros de quienes el Señor fue el modelo: una vez bautizados, hemos sido iluminados; iluminados, hemos sido adoptados como hijos; adoptados, hemos sido hechos perfectos; perfectos hemos adquirido la inmortalidad. Está escrito: “Yo les dije: dioses son, y todos hijos del altísimo.” Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Esta obra a veces se llama gracia; otras veces, iluminación, perfección, o lavamiento. Es el lavamiento por el cual nos limpiamos de nuestros pecados; la gracia por la cual la condenación de nuestros pecados se cancela; y la iluminación por la cual vemos la santa luz de la salvación, esto es, por medio de la cual vemos a Dios claramente. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Como aquellos que, sacudidos del sueño, se despiertan en seguida y vuelven en sí, o mejor, como los que intentan quitarse de los ojos las cataratas, que les impiden recibir la luz exterior de la que se ven privados, pero consiguen al fin despojarse de lo que obstruía sus ojos, dejando libre su pupila, así también nosotros, al recibir el bautismo, nos libramos de los pecados que, cual sombrías nubes, oscurecían al Espíritu de Dios; dejamos libre el ojo iluminado del espíritu, el único que nos hace capaces de contemplar lo divino, puesto que el Espíritu Santo desciende desde el cielo y se derrama en nosotros. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

La gracia de Dios y la fe del hombre rompen con fuerza estas ataduras y nuestros pecados son lavados por el único remedio saludable: el bautismo en Cristo. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Se recibe el bautismo para la purificación de los pecados. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Todas las aguas, en virtud de la cualidad de su mismo origen primero, llevan a cabo el misterio de la santificación por la invocación de Dios: entonces sobreviene al punto el Espíritu del cielo y permanece sobre las aguas, santificándolas con su propia virtud para que, una vez así santificadas, queden impregnadas de fuerza santificadora. Tertuliano (197 d.C.)

Cuando el alma se convierte a la fe y es restaurada en su segundo nacimiento por el agua y por el poder de arriba, se le quita el velo de su corrupción original y logra ver la luz en todo su esplendor. Entonces es recibida por el Espíritu Santo, de la misma manera que en el primer nacimiento había sido acogida por el espíritu inmundo. Tertuliano (197 d.C.)

Ya no hay ahora posibilidad de eludir su ley, porque, en efecto, la ley del bautismo ha sido impuesta y su forma ha sido prescrita cuando se dice: “Vayan y enseñen a todo el mundo, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” Esta ley se relaciona con aquella declaración: “Si uno no renaciera del agua y del Espíritu Santo no entrará en el reino de los cielos,” la cual somete la fe a la necesidad del bautismo. Por esto, desde entonces, todos los que creían eran bautizados. Tertuliano (197 d.C.)

Ahora bien, cuando creció en todos la gracia de Dios, creció también la virtud del agua y del ángel: lo que antes era remedio de los defectos del cuerpo, ahora es remedio del espíritu; lo que conseguía la salud temporal, ahora restablece la eterna; lo que antes liberaba a uno cada año, ahora salva todos los días a pueblos enteros de los que expulsa la muerte por la purificación de los pecados... Por este medio el hombre, que desde un principio había sido hecho a imagen de Dios, es restituido a su semejanza, y hay que notar que la imagen se entiende de la semejanza exterior, la semejanza eterna. En el bautismo recibe el hombre aquel Espíritu que originariamente había recibido por el soplo de Dios, y que luego perdió por el pecado. Esto no quiere decir que alcancemos el Espíritu Santo por la misma agua, sino que la purificación del agua bajo el influjo del ángel nos prepara para el Espíritu Santo. Tertuliano (197 d.C.)

Pero el bautismo que es un nuevo nacimiento no es el que otorgaba Juan, sino el que otorgaba Jesús por medio de los discípulos, y se llama “lavatorio de regeneración” que se hace con “una renovación del Espíritu.” Este Espíritu que entonces viene, puesto que es el Espíritu de Dios, “aletea sobre las aguas” pero no se comunica a todos simplemente con el agua. Orígenes (225 d.C.)

Que cada uno de los fieles se acuerde de las palabras que pronunció al renunciar a los demonios, cuando vino por primera vez a las aguas del bautismo, tomando sobre sí el primer sello de la fe y acudiendo a la fuente salvadora: entonces proclamó que no andaría en las pompas y las obras de los demonios, y que no se sometería a su esclavitud y a sus placeres. Orígenes (225 d.C.)

El Espíritu Santo se recibe por el bautismo. Cipriano (250 d.C.)

En el bautismo de agua se recibe la remisión de pecados. Cipriano (250 d.C.)

A menos que un hombre haya sido bautizado y nacido de nuevo, no podrá alcanzar el reino de Dios. En el evangelio según Juan, dice: “A menos que un hombre nazca de nuevo de agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Cipriano (250 d.C.)

Cuando yo me encontraba sumido en las tinieblas… me parecía que según era en aquel momento mi modo de vida había de serme sumamente difícil y duro lo que la misericordia divina me prometía para mi salvación, a saber, poder renacer de nuevo y con el lavatorio del agua salvadora comenzar una nueva vida, deshaciéndome de todo lo de antes y cambiar el modo de sentir y de entender del hombre, aunque el cuerpo permaneciera el mismo. ¿Cómo puede ser posible, me decía, una conversión tan grande, por la que de repente y en un momento se despoje uno de aquellas cosas congénitas que han adquirido la solidez de la misma naturaleza, o de aquellas cosas adquiridas desde largo tiempo y que han arraigado y envejecido con los años? Cipriano (250 d.C.)

Pero cuando la suciedad de mi vida anterior fue lavada por medio del agua regeneradora, una luz de arriba se derramó en mi pecho ya limpio y puro. Después que hube bebido del Espíritu celeste, me encontré rejuvenecido con un segundo nacimiento y hecho un hombre nuevo: de manera milagrosa desaparecieron de repente las dudas, se abrió la cerrazón, se iluminaron las tinieblas, se hizo posible lo que antes parecía imposible... Reconocí que mi anterior vida carnal y entregada al pecado era cosa de la tierra, mientras que la que ya había empezado a vivir del Espíritu Santo era cosa de Dios. Cipriano (250 d.C.)

II. Forma y descripción del bautismo (Volver arriba)

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mateo 28:19

Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. Juan 3:23

Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Hechos 8:38

En cuanto al bautismo, bauticen de esta manera: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bauticen en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudieren, ayunen. Al que se inicia, le harás ayudar uno o dos días antes. Didaché (80-140 d.C.)

No es legítimo, aparte del obispo, ni bautizar ni celebrar una fiesta de amor. Ignacio (105 d.C.)

Y le dije: “Todavía voy a hacer otra pregunta, Señor.” “Di,” me contestó. “He oído, Señor,” le dije, “de ciertos maestros, que no hay otro arrepentimiento aparte del que tuvo lugar cuando descendimos al agua y obtuvimos remisión de nuestros pecados anteriores.” El me contestó: “Has oído bien; porque es así. Porque el que ha recibido remisión de pecados ya no debe pecar más, sino vivir en pureza.” Hermas (150 d.C.)

A quienes se convencen y aceptan por la fe que es verdad lo que nosotros enseñamos y decimos, y prometen ser capaces de vivir según ello, se les instruye a que oren y pidan con ayunos el perdón de Dios para sus pecados anteriores, y nosotros oramos y ayunamos juntamente con ellos. Luego los llevamos a un lugar donde haya agua, y por el mismo modo de regeneración con que nosotros fuimos regenerados, lo son también ellos: en efecto, se someten al baño por el agua, en el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, y en el de nuestro salvador Jesucristo y en el del Espíritu Santo. Porque Cristo dijo: “Si no volvieren a nacer, no entrarán en el reino de los cielos,” y es evidente para todos que no es posible volver a entrar en el seno de nuestras madres una vez nacidos. Y también está dicho en el profeta Isaías el modo como podían librarse de los pecados aquellos que habiendo pecado se arrepintieran: “Lávense, vuélvanse limpios, quiten las maldades de sus almas, aprendan a hacer el bien.” Justino Mártir (160 d.C.)

A un soldado de la autoridad civil se le debe enseñar a que no mate a los hombres y a que se niegue a hacerlo si se le ordenara, y también a negarse a prestar juramento. Si él no está dispuesto a cumplir, se le debe rechazar para el bautismo. Un comandante militar o un juez de la corte que esté activo tienen que renunciar o ser rechazados. Si un candidato (al bautismo) o un creyente busca convertirse en soldado, tendrá que ser rechazado por haber despreciado a Dios. Hipólito (200 d.C.)

No hace diferencia alguna el que uno se bautice en el mar o en un estanque, en un río o en una fuente, en un lago o en un recipiente: ni hay diferencia entre aquellos que Juan bautizó en el Jordán y los que Pedro bautizó en el Tíbet, así como no recibió ni más ni menos en orden a la salvación aquel eunuco a quien Felipe yendo de camino bautizó en una agua que encontraron por casualidad. Todas las aguas, en virtud de la cualidad de su mismo origen primero, llevan a cabo el misterio de la santificación por la invocación de Dios: entonces sobreviene al punto el Espíritu del cielo y permanece sobre las aguas, santificándolas con su propia virtud para que, una vez así santificadas, queden impregnadas de fuerza santificadora. Tertuliano (197 d.C.)

El bautismo prepara el camino para el Espíritu Santo, que ha de venir, con la expulsión del pecado que la fe obtiene por gracia con el sello impuesto en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Tertuliano (197 d.C.)

Esto de que un ángel intervenga en el agua, aunque parezca cosa nueva tiene un precedente que era imagen de lo que había de suceder: Un ángel intervenía en la piscina de Betsaida removiendo las aguas. Estaban al acecho los que sufrían enfermedades, pues el que se adelantaba a bajar al agua dejaba de sentirse enfermo una vez bañado. Esta curación corporal era una imagen para explicar la curación espiritual. Tertuliano (197 d.C.)

Luego, al salir del baño, somos ungidos con la santa unción, según aquella práctica antigua por la que los sacerdotes solían ungirse con el aceite de un cuerno, como Aarón fue ungido por Moisés. Y a causa del crisma, que significa unción, nos llamamos cristianos, es decir, ungidos... De este modo, la unción resbala sobre nosotros de una manera carnal, pero aprovecha de una manera espiritual, de la misma manera que el mismo bautismo que es un acto carnal por el que somos sumergidos en el agua tiene el efecto espiritual de liberarnos de los pecados... Luego se nos imponen las manos en forma de bendición, mientras se llama y se invita al Espíritu Santo... Y el Espíritu Santísimo desciende gustoso del Padre sobre los cuerpos purificados y bendecidos, y también sobre las aguas del bautismo en las que, como reconociendo su santa sede, descansa, como cuando bajó en forma de paloma hasta el Señor. Tertuliano (197 d.C.)

Comencemos por el bautismo: antes de ir al agua, en la asamblea y bajo la mano del que dirige, profesamos renunciar al diablo, a su pompa y a sus ángeles. Luego somos sumergidos tres veces, dando unas respuestas un tanto más extensas que las que determinó el Señor en el evangelio. Luego nos hacen salir y gustamos una combinación de leche y miel, y durante toda la semana a partir de aquel día nos abstenemos del baño diario. El sacramento de la eucaristía, instituido por el Señor en el momento de la comida y para todos, lo tomamos nosotros también en las reuniones antes del alba y no lo recibimos de manos de otros fuera de los que dirigen. (La práctica de comer leche y miel y abstenerse del baño diario, fue aparentemente una costumbre local, ya que ningún otro escritor hizo mención de esta práctica) Tertuliano (197 d.C.)

Sólo es verdaderamente bautizado “de arriba” en el Espíritu Santo y en el agua el que ha “muerto al pecado,” y ha sido verdaderamente “sumergido en la muerte de Cristo,” y ha sido “sepultado con él” en un bautismo de muerte. Orígenes (225 d.C.)

III. El bautismo y los herejes (Volver arriba)

Los hombres de esta clase (los gnósticos) han sido instigados por Satanás a negar el bautismo, lo cual es la regeneración de Dios. Ireneo (180 d.C.)

Otros (seguidores de Marcos el hereje) piensan que no tiene sentido llevar al bautizado al agua. Prefieren mezclar óleo con agua, y pronunciando palabras semejantes a las que hemos dicho arriba, les ungen la cabeza para, según dicen, consagrarlos para la redención. Los ungen con el mismo óleo perfumado… Este engaño lo ha difundido Satanás, que busca apartar del bautismo para la nueva vida en Dios, y destruir la fe. Ireneo (180 d.C.)

(Según los herejes) el bautismo no es necesario, pues basta la fe. Tertuliano (197 d.C.)

(Entre los herejes, las mujeres) se atreven a enseñar, disputar, echar fuera demonios, realizar sanidades, y tal vez aun bautizar. Tertuliano (197 d.C.)

Una víbora de la herejía cainita… ha emocionado a una gran cantidad de personas con su doctrina venenosa. Lo primero que causó su veneno fue la destrucción del bautismo. Tertuliano (199 d.C.)

(Marco, un maestro hereje) engaña a muchos que llegan a ser sus discípulos. Él les enseña que ellos están propensos al pecado, pero sin peligro, porque pertenecen al poder perfecto. Después del bautismo, estos herejes, prometen otro nacimiento que llaman redención. Con esto engañan malvadamente a los que permanecen con ellos esperando la redención, como si las personas una vez bautizadas pudieran obtener otra remisión. Hipólito (205 d.C.)

Marción (un maestro hereje) no une lazos nupciales. Y cuando contraen matrimonio, no lo permite. Él no bautiza a nadie, sino al que vive en celibato o es eunuco (o viuda). Para los demás, les reserva el bautismo hasta la muerte o hasta que se divorcien. Tertuliano (207 d.C.)

Así pues, si se manda en el evangelio, o se contiene en las cartas o Hechos de los apóstoles que los que vengan de cualquier herejía no sean bautizados. Cipriano (250 d.C.)

Entre nosotros se practica y sostiene que todos los que se convierten a la iglesia de cualquier herejía, deben ser bautizados por el único y aprobado bautismo de la iglesia, con la excepción de los que ya habían sido bautizados dentro de la iglesia (y luego se unieron a los herejes). Cipriano (250d.C.)

IV. El bautismo de infantes (Volver arriba)

Los que tienen el oficio de bautizar saben que el bautismo no se ha de conferir temerariamente... “No den lo santo a los perros, ni arrojen su piedra preciosa a los puercos”… Todo el que pide el bautismo puede engañar o puede engañarse, y así puede ser más conveniente demorar el bautismo según la condición y disposición de las personas, y también según la edad. ¿Qué necesidad hay, cuando realmente no la hay, de poner en peligro a los padrinos, los cuales por la muerte pueden faltar a lo prometido o pueden tener con el tiempo la decepción de haber propuesto a uno de mala condición? Ciertamente dice el Señor (acerca de los niños): “No les impidan que vengan a mí.” Vengan enhorabuena cuando ya empiezan a ser maduros, cuando son capaces de aprender se lespueda enseñar adónde van. Háganse cristianos cuando puedan conocer a Cristo. ¿Para qué se apresura la edad inocente hacia la remisión de los pecados? En las cosas temporales se procede con mayor cautela: ¿por qué confiar las cosas divinas a aquellos a quienes no se confían los bienes de la tierra? Que aprendan a pedir la salvación, para que claramente la des a los que la han pedido. Tertuliano (197 d.C.)

VER TAMBIÉN ARREPENTIMIENTO; ESPÍRITU SANTO (II. Recibir el Espíritu Santo), NUEVO NACIMIENTO

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