ENTRETENIMIENTO
Los romanos de clase alta disfrutaban de mucho tiempo para la diversión. Llenaban sus tardes y sus días feriados de banquetes golosos, del teatro y los deportes en la arena. Pero los cristianos no se deleitaban en tales cosas.
Aborrecí la reunión de los malignos, y con los impíos nunca me senté. Salmos 26:5
Por tanto, ceñid los lomos de su entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en su ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también ustedes santos en toda su manera de vivir. 1 Pedro 1:13-15
A éstos les parece cosa extraña que ustedes no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan. 1 Pedro 4:4
Pero, si me dicen que toman los espectáculos como un tipo de juego, a modo de pasatiempo, yo afirmo que no son prudentes aquellas ciudades que toman en serio los juegos. No, ya no son juegos esa despiadada ambición de gloria, que llega al extremo de la muerte, tampoco la codicia de vanidades, ni esos irracionales lujos y cuantiosos gastos sin sentido. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Es más, debemos moderar la misma risa. Porque la risa, emitida debidamente da impresión de equilibrio, mientras que lo contrario indica desenfreno. En una palabra, lo que es natural al hombre no debe suprimirse, sino más bien darle la justa medida y el tiempo oportuno. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
El padre que protege con cuidado y guarda los oídos de su hija virgen luego la lleva al teatro él mismo. Allí la expone a todo su lenguaje indecente y actitudes viles. Luego él hace la pregunta: ¿Cómo puede ser justo ver las cosas que son injusto hacer? Y aquellas cosas que contaminan al hombre cuando salen de su boca, ¿no le contaminarán cuando entran por sus ojos y oídos? Tertuliano (197 d.C.)
Todo celo en la búsqueda de gloria y honor está muerto en nosotros… Entre nosotros nunca se dice, ve o escucha nada que tenga algo en común con la locura del circo, la deshonestidad del teatro, las atrocidades de la arena o el ejercicio inútil del campo de lucha libre. ¿Por qué se ofenden con nosotros si diferimos de ustedes en cuanto a sus placeres? Tertuliano (197 d.C.)
Mucho menos puede turbarnos las fiestas de los espectáculos, porque igualmente renunciamos estas fiestas, como su origen supersticioso y las acciones con que se celebran. ¿Qué puede esperar nuestro deseo en las cuadrigas del circo? ¿Qué tienen que oír nuestros oídos en las torpezas del teatro? ¿Qué tienen que ver nuestros ojos en la atrocidad con que las fieras despedazan hombres en la arena? ¿Qué tiene que aprender nuestra atención en la vanidad de las acciones del visto? ¿En qué les ofendemos por presumir que hay otros deleites más gustosos que sus juegos? Tertuliano (197 d.C.)
Ustedes (los cristianos) no asisten a los juegos deportivos. No tienen ningún interés en las diversiones. Rechazan los banquetes, y aborrecen los juegos sagrados… Así, pobres que son, ni resucitarán de entre los muertos ni disfrutarán de la vida ahora. De esta manera, si tienen ustedes sensatez o juicio alguno, dejen de fijarse en los cielos y en los destinos y secretos del mundo. Marco Minucio Félix, citando a un pagano (200 d.C.)
A mí me parece que las influencias depravadoras del teatro son hasta peores [que las de la arena]. Los temas de las comedias son las violaciones de las vírgenes y el amor de las prostitutas… De manera parecida, las tragedias levantan a la vista [de los espectadores] el homicidio de los padres y actos incestuosos cometidos por reyes impíos… ¿Y será mejor el arte de los mimos? Enseñan el adulterio cuando hacen el papel de los adúlteros. ¿Qué estarán aprendiendo nuestros jóvenes cuando ven que nadie tiene vergüenza de tales cosas, sino que todos las miran con gusto? Lactancio (304-313 d.C.)
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