GLOTONERÍA

Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Mateo 24:37-39

I. La glotonería en el mundo pagano
II. Exhortación contra la glotonería
III. La modestia de los cristianos en cuanto a los alimentos

I. La glotonería en el mundo pagano (Volver arriba)

¿Qué han producido que merezca respeto, con su filosofía? ¿Quién de entre los que pasan por los más notables estuvo exento de arrogancia? Diógenes, que con la fanfarronada de su tonel ostentaba su independencia, se comió un pulpo crudo y, atacado de un cólico, murió de intemperancia. Taciano (160 d.C.)

Algunos hombres viven para comer, como los animales privados de razón, para quienes su vida no es más que su vientre. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Hay quienes se atreven a llamar alimentación a la afanosa búsqueda de la glotonería que nos hace resbalar por los placeres dañinos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

En cuanto a las aves, buscan las de Fasis, las perdices de Egipto y el pavo de Media. Y tras aderezar todo esto con salsas, los glotones abren su boca, de par en par, ante los platos. Y todo cuanto produce la tierra, las profundidades marinas y el espacio inconmensurable del aire, todo se lo procuran con vistas a saciar su glotonería. Parece realmente como si estos infatigables golosos quisieran pescar en sus redes al mundo entero para satisfacer su gula. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

La glotonería humana no conoce límites; los empuja hacia los pasteles, las golosinas y los dulces, ideando una gran variedad de postres y descubriendo toda clase de recetas. Me da la impresión de que un hombre glotón no es más que boca. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

II. Exhortación contra la glotonería (Volver arriba)

Luego, cuando te acucia el deseo de muchos negocios y el de muchas y costosas comilonas y borracheras y de varias lujurias que son impropias… cuando estas cosas, pues, entran en tu corazón, sabe que el ángel de maldad está contigo. Hermas (150 d.C.)

¿Qué clases de maldad, Señor, le dije, son aquellas de que hemos de abstenernos siendo templados? Oye, me dijo… del libertinaje y la embriaguez, de las muchas viandas y lujos de los ricos. Estas obras son las más perversas de todas en la vida de los hombres. Hermas (150 d.C.)

Fuimos destinados a dominar y a gobernar los alimentos, no a servirles de esclavos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

En verdad, la mayor parte de las cosas, para la mayoría de la gente existen solo en función de la comida. Sin duda, no se han dado cuenta de que Dios ha preparado para su obra, me refiero al hombre, alimento y bebida, para lograr su sustento, no para su placer. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

No es de provecho la hartura del cuerpo cuando el espíritu padece hambre. Tertuliano (197 d.C.)

¿Cuándo aprenderá la templanza el que ya está acostumbrado a las buenas cenas y a los grandes banquetes? Cipriano (250 d.C.)

III. La modestia de los cristianos en cuanto a los alimentos (Volver arriba)

Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Pero si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la suerte de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)

Porque algunos, a causa de sus excesos en la comida, acarrean debilidad a la carne, y dañan su carne, mientras que la carne de los que no tienen nada que comer es dañada por no tener suficiente nutrición, y su cuerpo es echado a perder. Este exclusivismo, pues, es perjudicial para ustedes los que tienen y no comparten con los que tienen necesidad. Hermas (150 d.C.)

Por todo lo que comemos, bendecimos siempre al Hacedor del universo. Justino Mártir (160 d.C.)

A nosotros, Cristo nos invita a comer para vivir; ni el comer debe ser nuestra obsesión; ni el placer nuestra meta; sino que el alimento es necesario para facilitarnos nuestra estancia aquí en la tierra. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Nuestro alimento sea simple y sin refinamiento, como corresponde a la verdad; que se ajuste a la conveniencia de niños sencillos y simples, y que sirva para la vida, no para la sensualidad. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Nosotros en cambio que dirigimos nuestros pasos en busca del alimento celeste, debemos dominar el vientre que se encuentra bajo el cielo, y , más aún, todo aquello que le es agradable, cosas que “Dios destruirá” dice el apóstol, ya que repudia, como es natural, los deseos de la gula. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

No hemos sido creados para comer y beber, sino para llegar al conocimiento de Dios. “El justo come hasta saciar su alma: pero el vientre de los impíos tendrá necesidad,” porque centran su deseo en las golosinas. No debe emplearse la riqueza para satisfacer nuestros solos placeres, sino para compartirla con los demás. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Por esto mismo, para que aumenten sus fuerzas, a los atletas se los pone también aparte, y se los aleja de los placeres sensuales, de las comidas delicadas y de las bebidas excitantes. Los violentan, los mortifican y los fatigan porque cuanto más se ejercitan, tantos más seguros estarán de la victoria. Y éstos, según el apóstol, lo hacen para conseguir una corona perecedera, mientras que ustedes para alcanzar una eterna. Tertuliano (197 d.C.)

VER TAMBIÉN BANQUETE; COMIDA; SALUD

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