HOMBRE, DOCTRINA DEL
I. El hombre creado a imagen de Dios
II. El libre albedrío y la naturaleza del hombre
III. La caída del hombre
I. El hombre creado a imagen de Dios (Volver arriba)
II. El libre albedrío y la naturaleza del hombre
III. La caída del hombre
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Génesis 1:26
A fin de puntualizar la verdad, este Adán es aquel primer hombre modelado, sobre el cual la Escritura afirma que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” Todos los demás descendemos de él. Ireneo (180 d.C.)
Pero, como desde el principio el ser humano fue dotado del libre albedrío, Dios, a cuya imagen fue hecho, siempre le ha dado el consejo de perseverar en el bien, que se perfecciona por la obediencia a Dios. Ireneo (180 d.C.)
El Señor, como hombre y como Dios, nos envía toda clase de ayudas y beneficios. Como Dios, perdona nuestros pecados; como hombre, nos educa para no caer en ellos. Dios hizo las otras criaturas con una simple orden; al hombre, en cambio, lo ha modelado con sus propias manos y le ha infundido algo propio de Él. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Pues el hombre es la más bella de sus criaturas y un ser viviente capaz de amar a Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Estos son sus argumentos, que siempre andan royendo como huesos: “Si Dios es bueno, y sabe lo que ha de suceder, y tiene poder para evitar el mal, ¿por qué toleró que el hombre, imagen y semejanza suya y aun de su misma sustancia en lo que al alma se refiere, fuese engañado por el diablo hasta el punto de que cayera en la muerte por no obedecer a la ley? Porque si Dios es bueno, no podía querer que esto sucediera; si conoce el futuro, sabía que esto tenía que suceder; si tenía poder para ello, debía haberlo evitado. De esta suerte, dadas estas tres propiedades de la majestad divina, nunca debiera haber sucedido lo que era incompatible con ellas. Por el contrario, si realmente sucedió así, es evidente que no podemos creer que Dios sea bueno, ni conocedor del futuro ni todopoderoso...” El hombre fue hecho por Dios como ser libre, capaz de albedrío y decisión propia: precisamente es en esto donde más en particular se manifiesta que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Tertuliano (197 d.C.)
Siendo que Él mismo es la imagen invisible del Dios invisible, Él ha expresado una parte de sí mismo de una forma invisible a todas sus criaturas racionales. Así que cada uno ha recibido una parte de Él exactamente proporcionado al aprecio mostrado hacia Él. De acuerdo con la facultad del libre albedrío, de la variedad y diversidad que caracteriza cada alma, una persona es atraída con más amor hacia el Autor de su ser, mientras que otra tiene un aprecio más débil hacia Él. Orígenes (248 d.C.)
II. El libre albedrío y la naturaleza del hombre (Volver arriba)
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra ustedes, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él. Deuteronomio 30:19-20
He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmos 51:5
Desde el principio Dios creó el linaje humano dotado de inteligencia y de facultad para escoger lo verdadero y obrar rectamente, de tal modo que ningún hombre puede tener excusa alguna ante Él, porque han sido dotados de razón y creados con aptitud y habilidad para entender. Justino Mártir (160 d.C.)
Por otra parte, si el género humano no tiene faculta para huir de las cosas malas y escoger lo bello, no es responsable de nada de lo que haga. Pero demostramos con el siguiente argumento que el hombre obra bien o mal por libre decisión del espíritu. Justino Mártir (160 d.C.)
El Espíritu Santo reprende a los hombres porque habiendo sido creados impasibles e inmortales a semejanza de Dios con tal de que guardaran sus mandamientos, y habiéndoles Dios concedido el honor de llamarse hijos suyos, ellos, por querer asemejarse a Adán y a Eva, se procuran a sí mismos la muerte... Queda así demostrado que a los hombres se les concede el poder ser dioses, y que a todos se da el poder ser hijos del Altísimo, y culpa suya es si son juzgados y condenados como Adán y Eva. Justino Mártir (160 d.C.).
Dios, queriendo que ángeles y hombres siguieran su voluntad, determinó crearlos libres para practicar el bien. Justino Mártir (160 d.C.)
Isaías, predicando en Judea en disputa con Israel los llamaba “príncipes de Sodoma y pueblo de Gomorra.” Así daba a entender que ellos se habían hecho semejantes a los sodomitas, por la transgresión y por cometer los mismos pecados: por la semejanza de sus actos los llamó con la misma palabra. No es que Dios los hubiera hecho así por naturaleza, ya que ellos podían obrar justamente, pues les dijo dándoles un buen consejo: “Lávense, purifíquense, arrojen de sus corazones la maldad ante mis ojos, apártense de sus iniquidades.” Ireneo (180 d.C.)
El hombre fue creado racional, y por ello semejante a Dios, libre en sus decisiones y con un fin en sí mismo; y si alguna vez se convierte en paja y otra en trigo, es por su propia responsabilidad. Ireneo (180 d.C.)
Esta frase: “¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos, pero tú no quisiste!,” bien descubrió la antigua ley de la libertad humana; pues Dios hizo libre al hombre, el cual, así como desde el principio tuvo alma, también gozó de libertad, a fin de que libremente pudiese acoger la Palabra de Dios, sin que éste lo forzase. Dios, en efecto, jamás se impone por la fuerza, pues en él siempre está presente el buen consejo. Por eso concede el buen consejo a todos. Tanto a los seres humanos como a los ángeles otorgó el poder de elegir, a fin de que quienes le obedecen conserven para siempre este bien como un don de Dios que ellos custodian. En cambio no se hallará ese bien en quienes le desobedecen, y por ello recibirán el justo castigo. Ireneo (180 d.C.)
Si, en efecto, unos seres humanos fueran malos por naturaleza y otros por naturaleza buenos, ni éstos serían dignos de alabanza por ser buenos, ni aquéllos condenables, porque así habrían sido hechos. Pero, como todos son de la misma naturaleza, capaces de conservar y hacer el bien, y también capaces para perderlo y no obrarlo, con justicia los seres sensatos (¡cuánto más Dios!) alaban a los segundos y dan testimonio de que han decidido de manera justa y han perseverado en el bien. Ireneo (180 d.C.)
¿Cómo podrías hacerte dios, si primero no te haces un ser humano? ¿Cómo pretendes ser perfecto, si fuiste creado en el tiempo? ¿Cómo sueñas en ser inmortal, si en tu naturaleza mortal no has obedecido a tu Hacedor? Es, pues, necesario que primero observes tu orden humano, para que en seguida participes de la gloria de Dios. Ireneo (180 d.C.)
Pues el hombre es la más bella de sus criaturas y un ser viviente capaz de amar a Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Más bien el Señor vino a nosotros porque nos habíamos extraviado en nuestros pensamientos, los cuales se corrompieron a consecuencia de la desobediencia a los mandatos, ya que nosotros preferimos el placer. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Si alguien introduce amor en su alma, aunque haya nacido en pecado y cometido muchas cosas prohibidas, es capaz de corregir sus errores. Él puede hacer esto, aumentando su amor y adoptando un arrepentimiento puro. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Cuando David dice: “En pecado fui concebido, y mi madre me engendró en la iniquidad,” habla en lenguaje profético refiriéndose a la madre Eva; pero Eva es “madre de vivientes,” y aunque él fuera concebido en el pecado, no por ello él mismo está en pecado ni él mismo es pecado. Todo el que se convierte del pecado a la fe, se convierte de las costumbres de pecador, que son como una madre, a la vida. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Ni alabanza ni condenación, ni recompensa ni castigo, sería justo si el hombre no tuviera el poder de escoger [lo bueno] y evitar [lo malo], si el pecado fuera involuntario. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Los herejes nos presentan la cuestión de si Adán fue creado perfecto o imperfecto. Porque si lo fue imperfecto, ¿cómo puede ser imperfecta la obra de un Dios perfecto, y más aún tratándose del hombre? Pero si era perfecto, ¿cómo traspasó el mandato? Nuestra respuesta es que no fue creado perfecto en su constitución, pero si dispuesto para recibir la perfección. Hay cierta diferencia entre tener capacidad para la virtud y poseerla. Dios quiere que nos salvemos por nosotros mismos, pues ésta es la naturaleza del alma, la de poder moverse por sí misma… todos, como he dicho, están hechos para alcanzar la virtud. Lo que sucede es que unos se entregan más, y otros menos al aprendizaje y a la práctica de la misma. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Definimos el alma humana como nacida del soplo de Dios, inmortal, incorpórea, de forma humana, simple en su sustancia, consciente de sí misma, capaz de seguir varios cursos, dotada de libre albedrío, sometida a circunstancias externas, mudables en sus capacidades, racionales, dominadoras, capaces de adivinación y procedentes de un tronco común. Tertuliano (197 d.C.)
Con todo, sigue habiendo el bien en el alma, a saber, aquel bien original, divino y genuino que es propiamente suyo por naturaleza. Porque lo que procede de Dios propiamente no queda destruido, sino entenebrecido, ya que, en efecto, puede ser entenebrecido, puesto que no es Dios, pero no puede ser destruido, porque procede de Dios. Tertuliano (197 d.C.)
¿No es (la doctrina de los gnósticos), desde el principio y en todo lugar, un ataque contra la carne? Su doctrina va contra el origen de (la carne), su naturaleza, sus debilidades y contra el fin inalterable que le espera. Según ellos, (la carne) es impura desde su primera formación de las partes más bajas de la tierra… es indigna, débil; está cubierta de culpa, cargada de miseria y llena de molestias. Tertuliano (210 d.C.)
Ahora examinamos el pasaje: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Los arrangement que nos critican dicen… que la salvación no depende de nosotros, sino de la disposición hecha por el que nos formó así como somos… Si ellos (los gnósticos) dicen que es una virtud desear los que es bueno y correr tras ello, tenemos que hacerles la pregunta: ¿Cómo puede una naturaleza pecaminosa desear cosas mejores? Sería como el árbol malo que da fruto bueno, ya que es un acto virtuoso desear cosas mejores. Orígenes (225 d.C.)
Ciertos hombres (los herejes) que sostienen ideas contrarias, malinterpretan estos pasajes. Ellos destruyen el libre albedrío al introducir (la idea) de una naturaleza pecaminosa incapaz de salvación, y sostienen que otros pueden ser salvos de tal forma que no pueden perder la salvación. Orígenes (225 d.C.)
No hay ninguna criatura racional que no sea capaz de hacer lo bueno o lo malo. Orígenes (248 d.C.)
Usemos la siguiente ilustración del evangelio: Hay (un terreno pedregoso) con poca tierra en la superficie. Si las semillas caen en él, brotarán con rapidez, pero no teniendo raíz, se queman y marchitan al salir el sol. Ahora, dicho terreno es el alma humana, endurecida debido a su descuido: llegó a ser piedra a causa de su maldad. Porque nadie recibe de Dios un corazón hecho de piedra. Al contrario, muchos han llegado a ser malvados por medio de la educación, el ejemplo perverso y las influencias externas. Orígenes (248 d.C.)
El maestro de la virtud debe ser muy semejante al hombre. Esto es para que así, venciendo el pecado, él pueda enseñar al hombre que él tiene poder de vencer al pecado. El maestro podría decir: “Mira lo que yo mismo hago. Siendo la naturaleza de la carne a pecar, yo también tengo la misma carne, pero el pecado no tiene dominio sobre mí. He vencido la mismas cosas que tu temes, para hacerte victorioso sobre el dolor y la muerte. Yo voy delante de ti, pasando por las cosas que tú afirmas que son imposibles de soportar. Si no puedes seguir las instrucciones que te doy, sigue mi ejemplo.” De esta manera no hay ninguna excusa. Entonces hay que confesar que el hombre es injusto por su propia culpa. Lactancio (304-313 d.C.)
Nadie pudo nacer vicioso. Más bien, si nosotros hacemos un mal uso de las afecciones, éstas llegan a ser vicios. Si las usamos bien, llegan a ser virtudes. Lactancio (304-313 d.C.)
III. La caída del hombre (Volver arriba)
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Romanos 5:12
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Romanos 6:6
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Romanos 7:18
No fuimos creados para la muerte, sino que morimos por nuestra propia culpa. La libertad nos perdió; esclavos quedamos los que éramos libres; por el pecado fuimos vendidos. Nada malo fue por Dios hecho, fuimos nosotros los que produjimos la maldad; y los que la produjimos, somos también capaces de rechazarla” Taciano (160 d.C.)
Mas, como Dios es veraz, y en cambio la serpiente es mentirosa, los efectos probaron que la muerte sería la consecuencia si ellos comían. Al mismo tiempo ellos gustaron del bocado y de la muerte; porque comieron por desobediencia, y la desobediencia produce la muerte. Por eso fueron ellos entregados a la muerte, pues se hicieron sus deudores. Ireneo (180 d.C.)
El hombre no cumplió el mandato, sino que desobedeció a Dios. El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. Y al persuadirle la desobediencia al mandato divino, provocó su propia ruina al mismo tiempo que hacía al hombre pecador. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del jardín… Y Dios al hombre le expulsó de su presencia, le transfirió y le hizo habitar entonces en el camino que conduce al jardín, ya que el jardín no admite al pecador. Ireneo (180 d.C.)
Y porque, envueltos todos en la creación originaria de Adán, hemos sido vinculados a la muerte, por causa de su desobediencia, era conveniente y justo que, por obra de la obediencia de quien se hizo hombre por nosotros, fueran rotas las [cadenas] de la muerte. Y porque la muerte reinaba sobre la carne, era preciso que fuera abolida por medio de la carne, y que el hombre fuera liberado de su opresión. Ireneo (180 d.C.).
Ya que el hombre fue creado en condición intermedia, ni del todo mortal ni simplemente inmortal, sino capaz de lo uno y de lo otro... Pero por su edad Adán era todavía niño, y por eso no podía recibir la ciencia de modo debido… Además, quería probarle para ver si era obediente a su mandamiento, y quería también que permaneciera más tiempo sencillo e inocente en condición de niño… Ahora bien, si los hijos han de someterse a sus padres, mucho más a Dios, Padre del universo… Así fue la desobediencia la que hizo que el primer hombre fuera arrojado del paraíso: no es que el árbol de la ciencia tuviera nada malo, sino que como consecuencia de la desobediencia el hombre se atrajo los trabajos, el dolor, la tristeza, cayendo finalmente bajo la muerte. Teófilo (180 d.C.)
Y colocó al hombre en un paraíso hacia el oriente, en Edén, para que viviera agradablemente, y le dio como ley un mandato... Pero el hombre que era por naturaleza capaz del bien y del mal, como un pedazo de tierra que puede recibir buenas y malas semillas, acogió a un consejero hostil y codicioso, y tomando del árbol transgredió el mandamiento y desobedeció a Dios. Melitón de Sardis (190 d.C.)
Considera, si te place, los beneficios divinos, remontándote a los comienzos. El primer hombre, cuando jugaba libremente en el paraíso, era todavía un niño pequeño de Dios. Pero cuando, sucumbiendo al placer, porque la serpiente significa el placer que se arrastra sobre el vientre, el vicio terrenal vuelto hacia la materia, se dejó seducir por la concupiscencia, el niño se hizo hombre con la desobediencia y se rebeló contra su padre, y se sintió avergonzado delante de Dios. Tal fue la fuerza del placer. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
El Hijo se vistió de carne para dominar los deseos de la carne, enseñándonos que el pecado no fue resultado de la necesidad, sino del propósito y de la voluntad del hombre. Lactancio (304 d.C.)
VER TAMBIÉN ADÁN; HEREJES, HEREJÍAS; LIBRE ALBEDRÍO; NUEVO NACIMIENTO; REDENCIÓN; SALVACIÓN