HUÉRFANOS Y VIUDAS
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Isaías 1:16-18
En aquellos días como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Hechos 6:1
Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. 1 Timoteo 5:5
Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. 1 Timoteo 5:9-13
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones. Santiago 1:27
Que ninguno les engañe… Pero observen bien a los que sostienen doctrina extraña respecto a la gracia de Jesucristo que vino a ustedes, que éstos son contrarios a la mente de Dios. No les importa el amor, ni la viuda, ni el huérfano, ni el afligido, ni el preso, ni el hambriento o el sediento. Ignacio (105 d.C.)
Saludo a las casas de mis hermanos con sus esposas e hijos, y a las vírgenes que son llamadas viudas. Ignacio (105 d.C.)
Que no se descuide a las viudas. Después del Señor sé tú su protector. Ignacio (105 d.C.)
(Los cristianos) no desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma. Arístides (125d.C.)
Nuestras viudas deben ser sobrias en lo que se refiere a la fe del Señor, haciendo intercesión sin cesar por todos los hombres, absteniéndose de toda calumnia, de hablar con malicia, dar falso testimonio, amar el dinero y toda cosa mala, sabiendo que ellas son el altar de Dios. Policarpo (135 d.C.)
Y los presbíteros también deben ser compasivos, misericordiosos hacia los hombres, haciendo volver a las ovejas que se han extraviado, visitando a todos los enfermos, sin descuidar una viuda o un huérfano. Policarpo (135 d.C.)
Oye ahora las otras obras que se sigue de ellas: ministrar a las viudas, visitar a los huérfanos y necesitados. Hermas (150 d.C.)
Por tanto, en vez de campos, compra almas que estén en tribulación, como puede cada cual, y visita a las viudas y los huérfanos, y no los descuides; y gasta tus riquezas y todos tus recursos, que has recibido de Dios, en campos y casas de esta clase. Porque para este fin les ha enriquecido el Señor, para que puedan ejecutar estos servicios suyos. Hermas (150 d.C.)
Los que tienen las manchas son diáconos que ejercieron mal su oficio, y saquearon la sustancia de viudas y huérfanos, e hicieron ganancia para sí con las administraciones que habían recibido para ejecutar. Estos, pues, si permanecen en el mismo mal deseo, son muertos y no hay esperanza de vida para ellos. Hermas (150 d.C.)
Y de la décima montaña, en que había árboles que cobijaban a ciertas ovejas, los que creyeron son así: obispos, personas hospitalarias, que reciben alegremente en sus casas en todo tiempo a los siervos de Dios sin hipocresía. [Estos obispos] en todo tiempo sin cesar dieron albergue a los necesitados y a las viudas en sus administraciones, y se condujeron con pureza en todo momento. A [todos] éstos, pues, les dará asilo el Señor para siempre. Los que han hecho estas cosas, por consiguiente, son gloriosos a la vista de Dios, y su lugar es ahora con los ángeles si siguen hasta el fin sirviendo al Señor. Hermas (150 d.C.)
El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo… Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que dirige para que socorra con ello a huérfanos y viudas,a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se halle en la necesidad. Justino Mártir (160 d.C.)
En esto no hay coacción alguna, sino que las aportaciones son voluntarias, y constituyen como un fondo de caridad. En efecto, no se gasta (el dinero recolectado en la congregación) en banquetes, bebidas, o en despilfarros mundanos, sino en alimentar o enterrar a los pobres; en ayudar a los niños y niñas que han perdido a sus padres y sus bienes, a los ancianos confinados en sus casas, a los náufragos, a los que trabajan en las minas o están desterrados en islas o prisiones. Tertuliano (197 d.C.)
Les ruego tengan extrema solicitud de las viudas, de los enfermos y de todos los necesitados. Cipriano (250 d.C.)
Es una gran obra de justicia proteger y defender a los huérfanos y las viudas que están destituidos, y proveer sus necesidades. Pues, la ley divina nos manda hacer esto a todos. Lactancio (304-313 d.C.)
VER TAMBIÉN COMUNIDAD DE BIENES; HOSPITALIDAD; OFRENDAS