JESÚS

I. El nacimiento de Jesús
II. Títulos de Jesús
III. La apariencia física de Jesús

I. El nacimiento de Jesús (Volver arriba)

Cristo nació hace ciento cincuenta años en el gobierno de Cirene. Justino Mártir

Nuestro Señor nació alrededor del año 41 del gobierno de Augusto, y muy anterior había sido Tolomeo, bajo cuyo reinado se habían traducido las Escrituras. Ireneo (180 d.C.)

Por tanto, desde el nacimiento de Cristo hasta la muerte de Cómodo, hay un total de ciento noventa y cuatro años, un mes y trece días. Hay algunos que han calculado no sólo el año en el que nació nuestro Señor, sino también el día. Ellos dicen que tomó lugar en el año veintiocho de Augusto, el día veinticinco de Pachon (veinte de mayo)… otros dicen que nació el veinticuatro o veinticinco de Pharmuthi (diecinueve o veinte de abril). Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Jesús nació en la tierra de Belén, en la casa de David. Pues por los romanos, María es descrita en el censo, de la cual nace Cristo. Tertuliano (197 d.C.)

II. Títulos de Jesús (Volver arriba)

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6

Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 1 Corintios 1:24

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación… Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. Colosenses 1:15, 18

Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Apocalipsis 22:13

Hermanos, tendríamos que pensar en Jesucristo como Dios y como Juez de los vivos y los muertos. Segunda de Clemente (150 d.C.)

En los discursos de los profetas (Jesús) es llamado Sabiduría, Día, Oriente, Espada, Piedra, Vara, Jacob, Israel, unas veces de un modo y otras de otro. Justino Mártir (160 d.C.)

Que ninguno de entre todos los hijos de Adán sea llamado Dios por sí mismo, o proclamado Señor, lo hemos demostrado por las Escrituras; y que Él solo entre todos los hombres de su tiempo sea proclamado Dios y Señor, siempre Rey, Unigénito y Verbo encarnado. Ireneo (180 d.C.)

Te damos gracias, ¡oh Dios!, por tu bien amado Hijo Jesucristo, a quien Tú has enviado en estos últimos tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu voluntad. Hipólito (200 d.C.)

III. La apariencia física de Jesús (Volver arriba)

Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Isaías 53:2

Nuestro Señor Jesucristo no vino en la pompa de arrogancia o de orgullo, aunque podría haberlo hecho, sino en humildad de corazón, según el Espíritu Santo habló, diciendo: Porque dijo: … Lo anunciamos en su presencia. Era como un niño, como una raíz en tierra seca. No hay apariencia en Él, ni gloria. Y le contemplamos, y no había en Él apariencia ni hermosura, sino que su apariencia era humilde, inferior a la forma de los hombres. Era un hombre expuesto a azotes y trabajo, experimentado en quebrantos; porque su rostro estaba vuelto. Clemente de Roma (30-100 d.C.)

(Cristo) se digna nacer hombre sin hermosura, sin honor y sin gloria. Justino Mártir (160 d.C.)

De estas y otras palabras, ¡oh Trifón!, pronunciadas por los profetas, parte se refieren al primer advenimiento de Cristo, en que fue anunciado que aparecería sin gloria ni belleza y sujeto a la muerte. Justino Mártir (160 d.C.)

Que el aspecto del Señor carecía de belleza lo atestigua el Espíritu por boca de Isaías:”No hay parecer en él, ni hermosura: lo veremos, mas sin atractivo para que le deseemos, despreciado y desechado entre los hombres.” ¿Quién es mejor que el Señor? Aunque la belleza de la carne no es digna de admiración, mostró, eso sí, la verdadera belleza del alma y del cuerpo: la bondad del alma y la inmortalidad de la carne. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

No había en Él atractivo ni gloria. Lo vimos y Él no tenía atractivo ni gracia. Más bien fue sin honor, deficiente en comparación a los hijos de los hombres. Tertuliano (197 d.C.)

VER TAMBIÉN CRISTO, LA DIVINIDAD DE

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