CAPÍTULO 3 LOS MÁRTIRES DEL SIGLO III
LA QUINTA PERSECUIÓN IMPERIAL CONTRA LOS CRISTIANOS BAJO EL EMPERADOR SEVEREO, LA CUAL COMENZÓ EL 201 d.C
Las siguientes citas son fragmentos de una carta dirigida por Tertuliano, obispo de la iglesia de Cartago, África, a cristianos encarcelados en tiempos de persecución.
Los demás impedimentos y aun sus mismos parientes les han acompañado tan sólo hasta la puerta de la cárcel. En ese momento han sido separados del mundo. ¡Cuánto más de sus cosas y afanes! ¡No se aflijan por haber sido sacados del mundo!
Si con sinceridad reflexionamos que este mundo es una cárcel, fácilmente comprenderíamos que no han entrado en la cárcel sino que han salido. Porque mucho mayores son las tinieblas del mundo que entenebrecen la mente de los hombres. Más pesadas son sus cadenas, pues oprimen a las mismas almas. Más repugnante es la fetidez que exhala el mundo porque emana de la lujuria de los hombres. En fin, mayor número de presos encierra la cárcel del mundo, porque abarca todo el género humano, amenazado, no por el juicio del procónsul, sino por la justicia de Dios…
En la cárcel se entristece el que suspira por las dichas del mundo; pero el cristiano, que afuera había renunciado al mundo, en la cárcel desprecia a la misma cárcel. En nada les preocupe el rango que ocupan en este siglo, puesto que están fuera de él. Si algo de este mundo han perdido, gran negocio es perder, si perdiendo han ganado algo mucho mejor. Y ¡cuánto habrá que decir del premio destinado por Dios para los mártires! 8
Perpetúa y felícita de Tuburbi, Mauritania, y otros, violentamente martirizados cerca del año 201 d.C
Perpetúa y Felícita, dos mujeres cristianas muy piadosas y honorables en Tuburbi, una ciudad en Mauritania, una provincia de África. Ambas fueron arrestadas sin advertencia para sufrir por el nombre de Cristo: Felícita estaba a punto de dar a luz y Perpetua había acabado de dar a luz a un niño que ella estaba amamantando. Pero esto no les causó temor para que abandonaran a Cristo, ni las impidió de seguir en el camino de la piedad; antes bien, permanecieron como discípulos fieles de Cristo y llegaron a ser mártires fuertes.

De acuerdo con las leyes romanas, esperaron que la mujer embarazada diera a luz para luego sentenciarla y condenarla a la muerte. Cuando los dolores de la muerte le sobrevinieron en la cárcel, ella gritó de angustia y temor. El carcelero le dijo: “Tú tienes tanto temor y angustia ahora, y gritas en voz alta por el dolor. ¿Cómo entonces soportarás mañana o el día siguiente cuando seas llevada a la muerte?” Felícita respondió así: “Ahora sufro como pobre mujer el castigo que Dios, debido al pecado, ha puesto sobre el sexo femenino. Pero mañana sufriré como mujer cristiana.” Con estas palabras ella demostró claramente que había fundado su fe firmemente e inquebrantablemente sobre Cristo, el cual nunca abandona a los suyos aunque estén en medio del fuego y sean consumidos. Dios le dio fuerzas especiales para que ella pudiera soportar sus sufrimientos.
Refiriéndose a todo esto, Tertuliano escribe: “Perpetua, la mártir muy fuerte y firme, tuvo una revelación o visión del paraíso celestial en el día de sus sufrimientos, en la cual ella vio solamente a sus compañeros de martirio. ¿Y por qué a ningún otro? Porque la espada ardiente que aguarda la puerta del paraíso cede la entrada solamente a los que mueren por Cristo.” Después de tantos sufrimientos estas dos heroínas piadosas de Jesucristo, fueron martirizadas; por tanto, serán coronadas con la corona que no se envejece como un triunfo sobre los enemigos que ellas vencieron: las crueldades y los dolores de la muerte.
Los que fueron martirizados junto con ellas fueron cuatro. Se supone que uno de ellos murió en la cárcel, debido a las extremas circunstancias, pero que los otros fueron arrojados a las bestias salvajes: toros, leones, osos, leopardos, etc., para ser desgarrados por ellos. Así ellos cambiaron sus vidas por la muerte, por causa de Cristo.
“Qué hermoso espectáculo para Dios, cuando el cristiano se enfrenta al dolor, cuando enfrenta las amenazas, suplicios y tormentos, cuando desprecia sonriente el estrépito de la muerte y el horror que inspira el verdugo, cuando hace valer su libertad frente a reyes y príncipes y sólo se somete al único Dios, a quien pertenece, cuando, triunfante y victorioso, desafía a quien pronunció la sentencia contra él. Porque al final venció quien obtuvo aquello por lo que luchó.” Marco Minucio Félix.
LA SEXTA PERSECUCIÓN CONTRA LOS CRISTIANOS, BAJO EL EMPERADOR MAXIMINIANO EN EL AÑO 237 D.C
La sexta persecución de los cristianos surgió bajo el emperador Maximiniano, un hombre de carácter cruel, y fue dirigido contra los cristianos, y especialmente contra los líderes. Afortunadamente él reinó solamente dos años. Y puesto que era un enemigo violento de los obispos, la persecución comenzó contra ellos, los autores y maestros de la religión cristiana. Se pensaba que si ellos fueran eliminados, la gente común fácilmente podría ser persuadida a abandonar el cristianismo. Por esta razón, Orígenes, un líder de la iglesia, con el fin de exhortar a los cristianos a permanecer firmes, escribió un libro sobre el martirio y lo dedicó a Ambrosio, el obispo de la iglesia de Milán. Tocando la causa de estas persecuciones la Introducción del libro dice así: “Los paganos odiaron tanto a los cristianos que cuando ocurrían terremotos, tempestades, etc., ellos culpaban a los cristianos; afirmando que sus dioses estaban ofendidos porque su honor entre la población estaba menguando por causa de los cristianos. De lo cual se deduce que los paganos trataron a los cristianos de la peor manera.”
Miles de personas quemadas en sus lugares de reunión en varias ocasiones por la verdad del evangelio, bajo los decretos del Emperador Maximiniano cerca del año 237 d.C.
He aquí, un hecho cruel y malvado llevado a cabo por el emperador Maximiniano. Mientras los cristianos se hallaban reunidos en sus lugares de reunión, el Emperador mandó a sus soldados a cerrarlos y a amontonar leña alrededor y prenderles fuego para quemar a todos los cristianos dentro de ellos. Pero antes de encender la leña, él hizo proclamar que cualquiera que saliera y sacrificara a Júpiter, sería perdonado; además, sería premiado por el Emperador. Los cristianos respondieron que no sabían quién era Júpiter; que Cristo era su Señor y Dios y por el honor de su nombre iban a vivir y morir. Es un milagro especial que entre tantos miles de cristianos ni siquiera uno deseó salir y negar a Cristo para salvar su vida; todos juntos permanecieron fieles, cantando y alabando a Cristo hasta que el humo y el vapor apagaron sus voces.
“Entre más nos persigan ustedes, más crecemos nosotros. La sangre de los cristianos es una semilla… Y después de meditar en ello, ¿quién habrá entre ustedes que no quisiera entender el secreto de los cristianos? Y después de inquirir, ¿quién habrá que no abrace nuestra enseñanza? Y cuando la haya abrazado, ¿quién no sufrirá la persecución de buena voluntad para que también participe de la plenitud de la gracia de Dios?” Tertuliano 9
LA SÉPTIMA PERSECUCIÓN CONTRA LOS CRISTIANOS BAJO EL EMPERADOR DECIO, 251 D.C
Los tormentos con los cuales los pobres cristianos fueron llevados a la muerte en aquellos días, fueron muy severos. Fueron exiliados, despojados de sus bienes, condenados a las minas, azotados, maltratados, decapitados y ahorcados. Se vertía alquitrán caliente sobre ellos; fueron tostados a fuego lento, apedreados; pinchados en el rostro, en los ojos y en todo el cuerpo con instrumentos puntiagudos y filudos; arrastrados por las calles sobre piedras puntiagudas, estrellados contra las rocas, lanzados desde lugares altos, sus miembros rotos en pedazos, envueltos en mantos con espinas, dados como presa y comida a las bestias salvajes…
LA OCTAVA PERSECUCIÓN CONTRA LOS CRISTIANOS BAJO EL EMPERADOR VALERIANO Y SU HIJO GALENO, 259 D.C.
Verdaderamente el emperador Valeriano fue un príncipe muy piadoso y digno de elogio, distinguido de los demás. Pero ¿de qué sirvió? Aunque al principio favoreció mucho a los cristianos y tanto honró a sus líderes que su casa era considerada una iglesia del Señor; después fue corrompido por un doctor, el malvado jefe y príncipe de todos los hechiceros de Egipto. Él convenció al Emperador que no iba a prosperar mientras toleraba a los cristianos en su corte y en el Imperio. Entonces el Emperador mandó perseguir y matar a estos hombres santos y justos, dado que ellos se opusieron a la hechicería con la cual él había sido contaminado.
Dicho hechicero también había convencido al Emperador a matar y sacrificar a niños y adultos en honor de Satanás; y este ordenó matar a niños para realizar sus impuras ceremonias y abominables sacrificios, arrebatando a los niños de sus padres; tanto despreció y oprimió a los cristianos que no perdonó a anciano, ni joven, ni hombre, ni mujer. Al contrario, humilló hasta la muerte los que le trajeron.
En todo el territorio de Roma eran martirizados de diversas maneras: arrojados a las bestias, golpeados, heridos, ejecutados con la espada, despedazados, pellizcados con tenazas al rojo vivo; otras veces sus dedos y nervios eran fijados con clavos al rojo vivo. Algunos eran colgados de sus brazos con pesas atadas a sus pies, y así eran despedazados poco a poco en medio de un gran dolor. Otros, cuyos cuerpos habían sido cubiertos con miel, eran tendidos en el suelo bajo un sol caliente para ser atormentados y picados hasta morir por moscas, abejas y otros insectos. Otros eran golpeados con palos y encarcelados hasta perecer dolorosamente. Muchos cristianos tenían que andar sin rumbo fijo por países extranjeros, por lugares aislados y cuevas; en medio de pobreza y necesidad; dejando la comodidad, el honor y la prosperidad, su paz, sus amigos y sus bienes.
Cipriano, un obispo de la iglesia de Cartago, escribió lo siguiente en cuanto a esta persecución: Valeriano dio una carta al Senado, ordenando que los obispos y ancianos y diáconos fueran ejecutados al instante, que… debieran ser despojados de sus bienes, además de la dignidad, y, si perseveraren en su cristianismo, después de despojados de todo, fueran decapitados… Estamos esperando cada día que llegue esta carta, manteniéndonos en pie con la firmeza de la fe dispuestos al martirio, y esperando de la ayuda y misericordia del Señor la corona de la vida eterna. 10
LA NOVENA PERSECUCIÓN CONTRA LOS CRISTIANOS, BAJO EL EMPERADOR AURELIANO, 273 D.C.
P. J. Twisck escribe: “El emperador Aureliano comenzó la novena persecución contra los cristianos. Por naturaleza él se inclinó a la tiranía; era tan sanguinario que mató a su sobrino. Por fin, por causa de lo atroz de su propio carácter y los malos consejos que recibió, él llegó a ser enemigo y perseguidor de los cristianos. Él mandó cartas a los gobernadores en todo el Imperio romano para fastidiar a los cristianos; pero cuando estaba a punto de iniciar la persecución, no pudo firmar los decretos contra los cristianos, pues Dios paralizó su mano. Por medio del juicio divino, él fue aterrorizado con truenos, relámpago y rayos de fuego mientras meditaba en cómo matar y exterminar a los cristianos. Poco tiempo después, fue asesinado por su notario.
Dos mujeres martirizadas por el testimonio de Jesucristo en Cilicia, 285 d.C.
Eulalio, el carcelero, sacó a Donuina de la cárcel y la llevó a Lisias, el gobernador. Él le dijo: “Mira, mujer, este fuego y estos tormentos están preparados para ti. Si deseas escapar del dolor, sacrifica a los dioses.”
Donuina respondió: “No lo haré, pues no quiero caer a los eternos dolores del infierno. Yo sirvo a Dios y a su ungido Cristo, quien ha creado los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos. Sus dioses son de madera y piedra, hechos por manos de hombres.”
Llevaron a Donuina al potro y Lisias ordenó: “Quítenle toda la ropa, estírenla y hieran todos sus miembros y todo su cuerpo con varas.” Ella murió después de soportar muchos golpes. Entonces el verdugo le dijo al gobernador: “Gobernador, Donuina ha muerto.” Entonces Lisias ordenó arrojarla al río.
Después el carcelero dijo al gobernador: “Aquí está Theonilla, la otra mujer.” Lisias le dijo: “Mujer, has visto el castigo sobre los desobedientes y de qué modo han sido torturados: Honra a los dioses y sacrifica para escapar de estos tormentos.”
Theonilla contestó: “Yo temo a aquel que tiene poder para arrojar el alma y el cuerpo al infierno y quemar a todos los que se apartan de Dios y honran a Satanás.”
Lisias ordenó al verdugo: “Golpéala en las mejillas; arrójala al suelo, ata sus pies y tortúrala sin piedad.”
Theonilla respondió: “¿Te parece bueno tratar así a una mujer respetable? Tú sabes que no puedes esconder de Dios lo que haces conmigo.”
Lisias mandó colgarla de sus trenzas y golpearla en las mejillas.
Luego ordenó que la torturaran en el potro. Habiendo sido quitada su ropa, Theonilla le preguntó: “¿No te da vergüenza descubrir mi cuerpo y así deshonrar a tu madre y esposa, quienes son mujeres también?”
Lisias preguntó si ella tenía esposo o si era viuda.
Theonilla respondió: “Yo he sido viuda durante más de veintitrés años y he permanecido sola para poder servir mejor a Dios con ayunos, vigilias y oraciones, al Dios que no llegué a conocer, sino hasta haber renunciado al mundo y a los ídolos.”
Lisias ordenó humillarla aún más. Raparon su cabello, amontonaron espinas alrededor de su cuerpo, la estiraron entre cuatro estacas, la azotaron en todo el cuerpo, y colocaron carbones al rojo vivo sobre su cuerpo para que fuera consumida. Después que el carcelero y el verdugo hubieron cumplido todo esto, ella murió e informaron a Lisias, diciendo: “Señor, ya ha muerto.” Entonces, el gobernador mandó meter el cuerpo de Theonilla en un costal y arrojarlo al río. De esta manera sufrieron estas dos mártires puras bajo el gobernador de Cilicia.
NOTAS:
8. Esta cita fue tomada del Diccionario de la iglesia primitiva del tema Mártires I., publicado por www.laiglesiaprimitiva.com
9. Esta cita fue tomada del Diccionario de la iglesia primitiva del tema Mártires I., publicado por www.laiglesiaprimitiva.com
10. Esta cita fue tomada del Diccionario de la iglesia primitiva del tema Persecución, publicado por www.laiglesiaprimitiva.com
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