QUE HABLEN LOS PRIMEROS CRISTIANOS

EL RETO A LA IGLESIA DE HOY A LA LUZ DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO

Capítulo 9 La prosperidad: ¿ Una bendición o una trampa para los primeros cristianos ?

El pastor de la iglesia más grande del mundo, el Dr. Paul Yonggi Cho, hace poco escribió un libro sobre el tema de la prosperidad del cristiano. Le dio este título a su libro (traducido al español): La salvación, la salud, y la prosperidad. Después de escribir sobre el hecho de que somos ciudadanos del cielo, prosiguió a decir: “Ya que somos reyes, ¿no debemos de tener la majestad, la honra y los bienes materiales propios de los reyes? Esta es nuestra herencia natural. Es un patrimonio que podemos reclamar por medio de sólo presentar la documentación necesaria. Estos son tesoros que podemos reclamar tanto como pudiéramos sacar dinero de un banco en el cual una gran cantidad de dinero hubiera sido depositado en nuestra cuenta. Si uno pretende ser un rey, pero vive en pobreza y enfermo y desesperado, ¿cómo podrá la gente creer su pretensión?”1

El evangelio “de salud y prosperidad” ha llegado a ser sumamente popular en las iglesias de hoy. Muchas de las iglesias que están creciendo más en el mundo hoy son las iglesias que predican este “evangelio”. Algunos de los predicadores de prosperidad construyen su teología entera alrededor de un versículo en 3 Juan: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2).

¿Qué quería decir Juan al escribir estas palabras? ¿Quería decir que deseaba que los cristianos todos prosperaran materialmente y que tuvieran salud? ¿Les estaba prometiendo que Dios siempre les daría las riquezas y la salud?

Antes de interpretar a la ligera las palabras de Juan, ¿por qué no ha tomado el tiempo alguien para consultar los escritos de Policarpo, el compañero íntimo de Juan? Si los predicadores de la prosperidad hubieran investigado los escritos de este compañero de Juan, hubieran encontrado una advertencia apremiante contra la búsqueda de la prosperidad material. No hubieran encontrado ni una palabra de apoyo para su evangelio de “salud y prosperidad”. En verdad, los primeros cristianos testifican que los mismos apóstoles vivieron en la pobreza, no en la prosperidad material. Los primeros cristianos no consideraron que la riqueza fuera una bendición de Dios. Al contrario, la consideraron como una trampa que fácilmente pudiera costarles la vida eterna. Se basaron en pasajes bíblicos como los siguientes:
•?“Raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6.10).
•?“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora” (Hebreos 13.5).
•?“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19-21).
•?“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6.24).

Al final de este capítulo doy otras Escrituras que sirvieron de base para sus creencias acerca de la prosperidad.

Los peligros de la prosperidad en la iglesia primitiva

Dando aplicación a los versículos que cité arriba, Hermes escribió: “Estos son los que tienen fe verdadera, pero también tienen las riquezas de este mundo. Venida la tribulación, niegan al Señor a causa de sus riquezas y sus negocios... Por eso, los que son ricos en este mundo no pueden ser útiles al Señor a menos que primero sus riquezas sean disminuidas. Aprende esto primero de tu propio caso. Cuando tú eras rico, eras inútil. Pero ahora eres útil y preparado para la vida.”2 Por eso amonestó: “Guárdate de meterte mucho en el negocio y evitarás el pecado. Aquellos que se ocupan con muchos negocios también cometen muchos pecados; se distraen por sus negocios en vez de servir al Señor.”3

Clemente advirtió que “la riqueza puede, sin la ayuda de nada, corromper al alma de aquellos que la poseen y extraviarlos del camino de la salvación.” El describió la riqueza como “un peso de que debemos despojarnos, el cual debemos echar de nosotros como una enfermedad peligrosa y fatal.”4

Cipriano, hombre rico antes de convertirse, dio todos sus bienes a los pobres cuando se hizo cristiano. Después advirtió a los miembros de su congregación: “Un amor ciego a las posesiones ha engañado a muchos. ¿Cómo podrán los ricos estar preparados, o dispuestos, a partir de esta tierra [en la persecución] cuando sus riquezas los encadenan aquí? . . . Por eso, el Señor, el Maestro de lo bueno, les advierte de antemano, diciendo: ‘Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme’ [Mateo 19.21]. El que no tuviera nada en este mundo no sería vencido por el mundo. Seguiría al Señor, sin cadenas, libre, como hicieron los apóstoles... Pero ¿cómo podrán seguir a Cristo cuando la cadena de la riqueza los estorba? … Ellos creen que poseen, pero en realidad son ellos una posesión. No son los señores de su riqueza, sino los esclavos de ella.”5

Utilizando el ejemplo de Jesús sobre el camino ancho y el camino angosto, Lactancio advirtió contra aquellos que hacían promesas de riqueza y prosperidad:
“Satanás, habiendo inventado las religiones falsas, vuelve a los hombres del camino al cielo y los guía en el de la destrucción. Este camino parece plano y espacioso, lleno de los deleites de las flores y los frutos. Satanás coloca todas estas cosas en el camino, las cosas estimadas como buenas en este mundo: la riqueza, la honra, la diversión, el placer, y todas las demás seducciones. Pero escondidos entre estas cosas vemos también la injusticia, la crueldad, el orgullo, la lascivia, las contenciones, la ignorancia, las mentiras, la necedad y otros vicios. El fin de este camino es lo siguiente: Cuando hayan avanzado tanto que no pueden volver, el camino se desaparece junto con todos sus deleites. Esto sucede sin advertencia de manera que nadie puede prever el engaño del camino antes de caer en el abismo...

“Por contraste, el camino al cielo parece muy dificultoso y montañoso, lleno de espinos y cubierto de piedras dentadas. Por eso, todos los que andan en él tienen que usar mucho cuidado para guardarse de no caer. En este camino Dios ha colocado la justicia, la abnegación, la paciencia, la fe, la pureza, el dominio propio, la paz, el conocimiento, la verdad, la sabiduría, y otras virtudes más. Pero estas virtudes van acompañadas de la pobreza, la humildad, los trabajos, los sufrimientos y muchas penas y pruebas. Porque el que tiene una esperanza para el porvenir, el que ha escogido las cosas mejores, será privado de los bienes terrenales. Por llevar él poco equipo y estar libre de las distracciones, él puede vencer las dificultades en el camino. Porque es imposible que el rico encuentre este camino, o que persevere en él, ya que se ha rodeado de las ostentaciones reales, o se ha cargado de las riquezas.”6 (Mateo 7.13-14; 19.23-24).

Pero los primeros cristianos no sólo hablaron de la pobreza, en verdad eran pobres. Y los romanos se burlaron de ellos por eso mismo. Por ejemplo, un romano reprochó a los primeros cristianos, diciendo: “Vea, muchos de ustedes—en verdad, según ustedes mismos dicen, la mayoría de ustedes—están en necesidad, soportando frío y hambre, y trabajando en trabajos agotadores. Pero su dios lo permite.”7 Admitiendo lo cierto de esta acusación, el licenciado Félix respondió, diciendo: “Que dicen que muchos de nosotros somos pobres, no es desgracia, sino gloria. De la manera que nuestra mente se afloja por la riqueza, también se fortalece por la pobreza. Mas, ¿quien es pobre si nada desea? ¿si no codicia lo que tienen otros? ¿si es rico para con Dios? Al contrario, el pobre es aquel que desea más, aunque tenga mucho.”8

Los romanos se extrañaban tanto de este mensaje de los cristianos contra el materialismo que ridiculizaban al cristianismo. Un crítico romano llamado Celso se mofó de los primeros cristianos, diciendo: “¿Cómo pudo Dios ordenar [a los judíos] por medio de Moisés que aumentaran riqueza, que gobernaran, que llenaran la tierra, que pusieran a la espada a sus enemigos de todos los siglos...cuando a la vez, su Hijo, el hombre de Nazaret, dio órdenes muy contrarias a éstas? Este afirmó que el que ama el poder, las riquezas y la honra no puede venir al Padre. [Enseñó] que no deben preocuparse por su comida más que las aves; que no deben molestarse por el vestir más que los lirios.”9

Tal vez alguien dijera que esos cristianos vivían en la pobreza sólo porque tanto despreciaban la riqueza que Dios les quería dar que la regalaban. Pero ¿cómo puede un hombre dar más de lo que Dios da? Si la riqueza fuera de Dios, el cristiano no la perdería si obedeciera la palabra de Dios y la compartiera con los pobres.

¡Qué contraste entre el mensaje de los primeros cristianos y él de nosotros!

Ahora hagamos el contraste entre lo que enseñaban los primeros cristianos y lo que se enseña en muchas iglesias hoy. Por ejemplo, Kenneth Hagin, un maestro y escritor cristiano muy conocido en los Estados Unidos hoy, afirma haber tenido este diálogo con Dios:

“El Señor siguió diciendo: ‘Y tú, Satanás, ¡cuida tus manos de tocar el dinero mío!’ Porque es Satanás el que estorba para que usted no lo tenga; no soy yo.

“‘Reclámalo porque está aquí sobre la tierra y Satanás se ha apoderado del dinero, porque él es el dios de este siglo. Di: “Yo reclamo…”, nombrando lo que tú quieras o necesites.’

“Algunos van a disputar: ‘Bien, yo puedo creer que Dios proveerá para nuestras necesidades, pero me parece bastante raro cuando usted me dice que ¡él va a darme todo lo que desee!’ Eso mismo dije yo al Señor: ‘Sí, Dios, puedo creer que tú deseas suplir lo que necesitamos. Pero ¿suplirás todos nuestros deseos?’ “El me contestó: ‘Tú pretendes ser muy rigorista en atender a mis palabras. En el Salmo 23 que tú tantas veces citas, dice: “Jehová es mi pastor, NADA me faltará”.’ “Dice en Salmo 34: ‘Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová NO TENDRÁN FALTA de ningún bien.’ (v. 10). “Reclama lo que necesites o desees. Di: ‘Satanás, cuida tus manos de tocar mi dinero’. Luego, di: ‘Vayan, espíritus ministradores, y traíganme el dinero’.”10

Otra vez, en los primeros siglos, los herejes, no los cristianos, enseñaban esa teología de prosperidad. Por ejemplo, uno de los herejes más infames del tercer siglo, Pablo de Samosata, enseñaba y practicaba un mensaje de prosperidad. Unos ancianos cristianos contemporáneos decían esto de él: “Anteriormente él era pobre y desamparado. No heredó nada de su padre. No ganó nada por una empresa o un negocio. Pero ahora posee gran riqueza por medio de sus engaños y hechos vergonzosos… El ha hecho ricos [también a sus seguidores]. Por este motivo, los que desean la riqueza le aman y le admiran.”11

¿Disfrutaron los primeros cristianos de mejor salud?

En cuanto al “evangelio de salud”, la historia, tanto la cristiana como la secular, nos enseña que los primeros cristianos no disfrutaron de mejor salud que los mundanos a su alrededor. Las cartas escritas por los primeros cristianos dan testimonio de que ellos padecieron de las mismas enfermedades y calamidades de que padecieron los demás. Los primeros cristianos creyeron en la sanidad divina, pero sus testimonios acerca de los milagros de sanidad confirman que tales sanidades las administraban a los incrédulos como señal para éstos. Normalmente no las recibían ellos mismos como si fuera una bendición prometida por Dios.

Cipriano escribió de la desilusión de algunos cristianos cuando padecieron de alguna enfermedad: “Les molesta a algunos que el poder de la enfermedad nos ataque a nosotros de la misma manera que ataca a los paganos. [Es] como si el cristiano creyera en disfrutar de los placeres de este mundo y escapar de las enfermedades, en lugar de soportar las adversidades aquí y esperar los goces venideros. Mientras permanezcamos sobre la tierra, pasaremos por las mismas tribulaciones que los demás de la raza humana, aunque vivamos separados de ellos en espíritu… Así como cuando la tierra se hace estéril y no hay cosecha, el hambre no hace acepción de personas. Cuando un ejército enemigo captura una ciudad, todos son llevados cautivos sin distinción. Cuando las bellas nubes no dan su agua, la sequía afecta a todos por parejo… Padecemos de enfermedades de los ojos, de fiebre, y de debilidad del cuerpo, en la misma manera que los demás.”12

Los primeros cristianos no tenían una religión que prometía la prosperidad material ni una salud superior en esta vida. Pero sí creían en el poder de Dios. Como ya hemos visto en los capítulos anteriores, su fe en el poder de Dios y su protección sobresale ante la fe de los cristianos de hoy en día.

Habiendo dicho esto, sus diferencias con nosotros no descansan con este tema de la prosperidad. Difieren con nosotros en varios puntos morales a los cuales hacemos frente hoy.

Aquí doy otros pasajes que los primeros cristianos usaban como base de sus enseñanzas sobre la riqueza material: “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme” (Lucas 18.22). “Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Lucas 18.25). “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2.16). “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2.3-4). “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6.17). “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6.8). “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Santiago 5.1-3). “Porque es necesario que el obispo sea irreprensible…no codicioso de ganancias deshonestas…no avaro” (1 Timoteo 3.2-3).

  • volver al indice