QUE HABLEN LOS PRIMEROS CRISTIANOS
EL RETO A LA IGLESIA DE HOY A LA LUZ DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO
Capítulo 2 ¿ Quiénes eran los primeros cristianos ?
Todavía recuerdo que el profesor de inglés en la universidad trataba de impresionarme con la importancia de definir los términos que usaba en mis composiciones. Le presté poca atención en aquel entonces, pero me di cuenta de la importancia de su consejo cuando empecé a hablar de los primeros cristianos. Siempre alguien me hacía la pregunta: “¿Qué quiere decir usted cuando se refiere a ‘los primeros cristianos’?” Permítame, pues, definir este término. Cuando hablo de “los primeros cristianos”, me estoy refiriendo a los cristianos que vivían entre los años 90 y 199 d. de J.C.
El apóstol Juan estaba vivo al principio de esta época. En esta primera generación de primeros cristianos, había gente que había conocido personalmente a alguno de los apóstoles. Habían recibido instrucción de ellos. Policarpo sirve como ejemplo de tales personas. El fue instruido por el apóstol Juan. Esta época terminó con un hombre que fue enseñado por Policarpo: Ireneo. Así había un solo eslabón humano entre él y los apóstoles. Al decir “cristianismo primitivo”, me estoy refiriendo a las creencias y prácticas de la comunidad de primeros cristianos, en todo el mundo, que mantenían los vínculos de compañerismo entre sí. No hablo de las creencias y prácticas de los que eran llamados herejes. Usando la figura de la parábola en Mateo 13.24-30, hablo sólo del trigo. No hablo del campo que contenía tanto el trigo como la cizaña.
Entonces este libro se dedica a describir a los primeros cristianos que vivieron entre los años 90 y 199 d. de J.C. Pero los cristianos del siguiente siglo generalmente mantuvieron las mismas creencias y prácticas. Los grandes cambios en la doctrina cristiana se hicieron después de 313, año en que el emperador romano Constantino legalizó el cristianismo. Por esta razón, en este libro utilizo algunas citas de escritores que vivieron entre los años 200 y 313, con tal que concuerden con las creencias de los que vivieron en el siglo después de los apóstoles. ¿Eran éstos “los santos padres”?
Cuando yo empiezo a hablar de los escritores entre los primeros cristianos, muchas personas luego responden: “Ah, bien. Usted se refiere a ‘los santos padres’ de la iglesia.” Pero estos escritores no eran “santos padres de la iglesia”. La mayoría de ellos eran cristianos ordinarios que trabajaban con sus manos, aunque sí tenían más educación que muchos otros en su tiempo. Se hubieran indignado con cualquier persona que se hubiese atrevido a llamarlos “santos padres”. No tenían tal nombre. Los únicos “padres” de la iglesia que ellos conocían eran los apóstoles—y no los llamaron padres.
En verdad, el hecho de que estos escritores no eran padres de la iglesia añade gran valor a sus escritos. Si ellos fueran “padres” de algún gran sistema teológico, sus escritos serían de poco valor para nosotros. En tal caso, aprenderíamos sólo las doctrinas que tales teólogos hubieran propuesto. Pero los cristianos en el segundo siglo no escribieron obras de teología. Ningún cristiano del segundo siglo puede ser llamado teólogo. No existía en ese tiempo una teología sistemática en el sentido actual, ni en todo el mundo antes del emperador Constantino.
Los escritos de la iglesia primitiva pueden ser divididos en tres clases: (1) obras de apología que defendían las creencias cristianas frente a los ataques de los judíos y de los romanos; (2) obras que defendían al cristianismo contra los herejes; y (3) correspondencia entre iglesias. Estos escritos dan testimonio de las creencias y prácticas universales en la época después de la muerte de los apóstoles. Y es esto lo que les da gran valor.
Si hubiera un cristiano entre los años 90 y 313 a quien pudiéramos llamar “teólogo” sería Orígenes. Pero Orígenes no imponía sus creencias sobre otros cristianos. Al contrario, el era el menos dogmático de todos los escritores de los primeros siglos de la época cristiana. Y en esta época ningún escritor mantenía un dogma estricto, sino sólo en los puntos más básicos de la fe cristiana.
Uno de los distintivos del cristianismo primitivo es la carencia de muchos dogmas inflexibles. En realidad, mientras más atrás uno va en la historia del cristianismo, menos de teología halla. Sin embargo, aunque había mucha diversidad entre los primeros cristianos , todavía hallé que había muchos de los mismos temas y creencias expresados en todos los escritos de ellos. Este libro examina estas creencias y prácticas universales de los primeros cristianos .
Con este propósito, no hablo en este libro de ninguna creencia ni práctica de la iglesia primitiva a menos que cumpla los siguientes requisitos:
1. Todos los primeros cristianos que escriben del tema concuerdan en lo que dicen; y
2. Por lo menos cinco escritores, distantes los unos de los otros en cuanto a geografía y tiempo, escriben del mismo tema.
Realmente, la mayoría de los puntos que presento en este libro son apoyados por el testimonio de más de cinco escritores.
Una introducción breve a ocho de los escritores principales
Antes de presentar las creencias de los primeros cristianos, quiero introducir algunos de los escritores principales los cuales voy a citar:
Policarpo—Discípulo del apóstol Juan
Policarpo, de cuya muerte hablamos en el primer capítulo,
servía de modelo de fe y de devoción a las congregaciones de
Asia. En su juventud él acompañó al apóstol Juan y aprendió a sus
pies. Evidentemente, Juan mismo lo ordenó como obispo de la
congregación en Esmirna.2 Si es correcto que “los ángeles” de las
siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de las
iglesias, entonces “el ángel” de la iglesia en Esmirna pueda haber
sido el mismo Policarpo. (Véase Apocalipsis 1.20 y 2.8.) Si es así,
qué grato es notar que el Señor Jesucristo no reprendió en nada a
la iglesia de Esmirna.
Policarpo vivió hasta una edad de por lo menos 87 años. Fue martirizado alrededor del año 155 d. de J.C. I
reneo—Eslabón importante con los apóstoles Uno de los discípulos personales de Policarpo fue Ireneo, quien después se mudó a Francia como misionero. Cuando el obispo de la congregación en Lyon fue muerto en una ola de persecución, Ireneo fue llamado para tomar su lugar. La iglesia en todo el mundo elogiaba a Ireneo como hombre justo y piadoso. Como discípulo de Policarpo, quien a su vez era discípulo del apóstol Juan, Ireneo sirve como eslabón importante con la época de los apóstoles. Fue martirizado cerca del año 200.
Justino—Filósofo convertido en evangelista
Durante la vida de Policarpo, un filósofo joven llamado Justino
emprendió un viaje espiritual en búsqueda de la verdad. El solía
andar en un campo solitario que miraba hacia el Mar Mediterráneo
para meditar. Un día mientras andaba allí vio que un anciano
caminaba tras él. Deseando la soledad, Justino se dio vuelta y miró
bruscamente al anciano intruso. Pero el anciano no se molestó.
Más bien comenzó a conversar con Justino.
Al aprender que Justino era filósofo, el anciano le hizo
preguntas escudriñadoras, preguntas que ponían a la luz lo vacío
de la filosofía humana. Años después, Justino contó los recuerdos
de aquel encuentro, escribiendo: “Cuando el anciano había
terminado de hablar estas cosas y muchas más, se fue,
exhortándome a que meditara en lo que había hablado. Desde
entonces no lo he visto, pero de inmediato una llama se encendió
en mi alma. Me inundó un gran amor por los profetas y los amigos
de Cristo. Después de reflexionar más en lo que el anciano me
había dicho, me di cuenta de que el cristianismo era la única
filosofía verdadera y valiosa.”3
Aun después de convertirse al cristianismo, Justino siempre se
ponía su túnica de filósofo para dar a conocer que él había hallado
la única filosofía verdadera. En verdad, él se convirtió en
evangelista para los filósofos paganos. Dedicó su vida a aclarar el
significado del cristianismo a los romanos cultos. Sus defensas
escritas a los romanos son las apologías cristianas más antiguas
que existen.
Justino se demostró evangelista capacitado. Convirtió a muchos romanos a la fe cristiana, tanto cultos como incultos. Al fin, un grupo de filósofos, tramando su muerte, le mandaron aprehender. Justino escogió morir antes de negar a Cristo. Fue martirizado hacia el año 165. Después de su muerte, fue conocido por muchos como Justino el mártir.
Clemente de Alejandría—Instructor de nuevos conversos
Otro filósofo que halló el cristianismo en su búsqueda de la
verdad fue Clemente. Viendo la vanidad de la filosofía humana, se
volvió a Cristo. Después de convertirse en cristiano, viajó por todo
el imperio romano, aprendiendo los preceptos de la fe cristiana
personalmente de los maestros cristianos más ancianos y
estimados. Los escritos de Clemente, fechados hacia el año 190,
reflejan la suma de la sabiduría de sus maestros. Han inspirado a
muchos cristianos a través de los siglos, inclusive a Juan Wesley.
Con el tiempo, Clemente se mudó a Alejandría, Egipto. Fue
ordenado anciano en aquella congregación y encargado de instruir
a los nuevos conversos. Por lo general se le llama “Clemente de
Alejandría” para distinguirlo de otro Clemente, quien era obispo
de la iglesia en Roma a fines del primer siglo. En este libro, si no
lo explico de otra manera, cuando hablo de “Clemente” me refiero
a Clemente de Alejandría.
Orígenes—Una mente aguda dedicada a Dios
Entre los alumnos de Clemente en Alejandría había un joven
hábil llamado Orígenes. Cuando Orígenes tenía sólo 17 años,
estalló una persecución severa en Alejandría. Los padres de
Orígenes eran cristianos fieles, y cuando su padre fue apresado,
Orígenes le escribió una carta, animándolo a que permaneciera fiel
y no renunciara a Cristo por causa de su preocupación por su
familia. Cuando se anunció la fecha para su juicio, Orígenes
decidió acompañar a su padre al juicio para morir con el. Pero
durante la noche anterior, mientras dormía, su madre escondió
toda su ropa para que no pudiera salir de la casa. Así es que se le
salvó la vida.
Aunque tenía sólo 17 años, Orígenes se distinguió en la iglesia de Alejandría por el cuidado amoroso que prestaba a sus hermanos en la fe durante la persecución. Pero las turbas enfurecidas también notaron el cuidado de Orígenes por los cristianos perseguidos, y en varias ocasiones Orígenes apenas escapó con la vida.
Orígenes había aprendido la gramática y la literatura griega de su padre, y empezó a dar clases privadas para sostener a sus hermanos menores. Era maestro tan sobresaliente que muchos padres paganos mandaron a sus hijos a recibir instrucción de Orígenes. Pero muchos de estos jóvenes se convirtieron en cristianos como resultado del testimonio de Orígenes.
Mientras tanto, Clemente, el maestro encargado del adoctrinamiento de los nuevos conversos, estaba en peligro. Los oficiales de la ciudad tramaron su muerte, y él se vio obligado a escapar a otra ciudad para continuar su servicio cristiano. En una decisión extraordinaria, los ancianos cristianos de Alejandría le nombraron a Orígenes, de sólo 18 años, para tomar el lugar de Clemente como maestro principal en la escuela para los nuevos conversos. Fue decisión sabia, y Orígenes se dedicó de corazón a la obra. Dejó su profesión de pocos meses como instructor de gramática y literatura. Vendió a plazos todos sus libros de obras griegas, viviendo en la pobreza de lo poquito que recibió mensualmente de la venta de ellos. Rehusó aceptar sueldo alguno por su trabajo como maestro cristiano. Y después de sus clases de cada día, estudiaba las Escrituras hasta horas avanzadas de la noche.
Pronto Orígenes llegó a ser uno de los maestros más estimados de su día. A los pocos años, algunos de sus alumnos le pidieron que diera una serie de discursos de exposición bíblica, comentando sobre cada libro de la Biblia, pasaje por pasaje. Los alumnos pagaron escribas los cuales escribieron lo que Orígenes decía, y estos escritos llegaron a ser los primeros comentarios bíblicos que se produjeron. No fue intención de Orígenes que estos comentarios se tomaran muy en serio. A menudo él se salía del texto y daba suposiciones personales. En todo el comentario, mantuvo un espíritu apacible, poco contencioso. Muchas veces terminó su discurso, diciendo: “Bien que así me parece a mí, pero puede ser que otro tenga más entendimiento que yo”.
Orígenes tenía una de las más brillantes mentes de su día. Estaba en correspondencia personal con uno de los emperadores romanos. Pero su fama también atrajo la atención de los enemigos de los primeros cristianos. Varias veces tuvo que trasladarse para otro lugar para escapar de la persecución. Sin embargo, llegó a los 70 años. En ese entonces sus perseguidores lo aprehendieron y lo torturaron. Pero por más que lo torturaron, él no negó a Jesús. Y al fin dejaron de torturarlo, exasperados. Con todo, Orígenes nunca se recuperó de la tortura y al fin murió.
Tertuliano—Apologista a los romanos
A los primeros cristianos del occidente, Tertuliano es quizás el más
conocido de todos los escritores cristianos de los primeros siglos.
Llegó a ser anciano en la iglesia de Cartago en el África del norte.4
Tertuliano era uno de los apologistas más hábiles de la iglesia
primitiva. El escribió en latín, no en griego como la mayoría de los
primeros cristianos. A Tertuliano se le recuerda por varios dichos
famosos, por ejemplo: “La sangre de los mártires es la semilla de
la iglesia”.
Tertuliano escribió entre los años 190 y 210 d. de J.C. Además de sus obras apologéticas, Tertuliano escribió varias obras cortas, tanto cartas como tratados, para animar a los cristianos apresados o para exhortar a los creyentes que mantuvieran su separación con el mundo.
Al final de su vida, Tertuliano se unió a la secta montanista, la cual por lo general se aferró a la doctrina cristiana ortodoxa, pero añadió normas estrictas sobre la disciplina en la iglesia y el trato duro del cuerpo. Por lo menos la mitad de las obras de Tertuliano se escribieron antes que él se hiciera montanista. Y además, ya que este grupo no se apartó de los fundamentos de la fe cristiana, aun sus escritos de después tienen gran valor en iluminar el pensamiento de los primeros cristianos. Con todo, he citado de sus obras montanistas sólo con mucho cuidado.
Cipriano—Un rico que todo lo entregó a Cristo
Uno de los alumnos espirituales de Tertuliano se llamaba
Cipriano. Había sido romano rico, pero se convirtió en cristiano a
la edad de 40 años. Aunque alumno de Tertuliano, no se unió a los
montanistas. Siempre se opuso a los herejes y a las tendencias
sectarias.
Como cristiano recién convertido, Cipriano estaba tan agradecido por su vida nueva en Cristo que vendió todo lo que tenía y lo repartió a los pobres. Se gozó de estar libre del peso de las responsabilidades de sus posesiones materiales. Sus escritos contienen unas de las palabras más conmovedoras que jamás se han escrito acerca del nuevo nacimiento del cristiano. Su entrega total a Cristo pronto ganó el respeto de la iglesia en Cartago. Después de unos pocos años, en una decisión sin precedente, le llamaron a ser obispo de la iglesia allí.
Los escritos de Cipriano tienen un valor especial ya que constan mayormente de cartas personales a otros ancianos cristianos e iglesias. En sus cartas vemos los intereses y los problemas diarios de las congregaciones cristianas de aquel entonces. Cipriano se vio obligado a trabajar como pastor clandestinamente, ya que durante la mayor parte de su ministerio rugía la persecución contra la iglesia primitiva. Como pastor, trabajaba incansablemente, dando su tiempo y su vida por el rebaño de Cristo que le había sido encomendado. Al fin, fue aprehendido por los romanos y decapitado en el año 258.
Lactancio—Maestro del hijo del emperador
Lactancio es poco conocido a los cristianos de hoy en día. En
esto, nosotros perdemos, porque Lactancio escribió con claridad y
elocuencia extraordinaria. Antes de convertirse al cristianismo, fue
instructor célebre de la retórica. Aun el emperador Diocleciano le
alabó. Después de su conversión, dedicó sus habilidades literarias
a la causa de Cristo. Sobrevivió la última gran persecución de los
romanos contra la iglesia primitiva al principio del cuarto siglo. Con el
tiempo, hizo su hogar en Francia. Aunque Lactancio era muy
anciano cuando Constantino se hizo emperador, éste le pidió que
volviera a Roma para ser el profesor particular de su hijo mayor.
Los escritos de Lactancio tienen gran importancia para
nosotros porque se escribieron al final de la época pre-Constantina
de la iglesia primitiva. Demuestran ampliamente que la gran mayoría de las
creencias cristianas habían cambiado muy poco durante los 220
años entre la muerte del apóstol Juan y el principio del reinado de
Constantino.
Si acaso a usted se le olvidan estos nombres...
Bien puedo creer que estos nombres no son conocidos para muchos de ustedes. Pueda que les sea difícil recordarlos. Por este motivo, he incluido un diccionario biográfico al final de este libro. Este diccionario presenta un cuadro biográfico muy breve de todos los escritores que voy a citar en el libro. Es posible que quiera poner un marcador de libro en esta página para que pueda refrescar su memoria sobre cualquier de los nombres que menciono.
En mis primeros borradores de este libro yo describí las creencias y prácticas de los primeros cristianos, incorporando sólo una cita o dos de ellos en cada capítulo. Pero cuando di estos primeros capítulos a mis amigos para leer, todos ellos comentaron lo mismo: “Queremos oír a los primeros cristianos, no a usted.” Así es que eso he hecho. He aquí la historia de ellos, contado en gran parte por ellos mismo. Espero que le cambie a usted tanto como me ha cambiado a mí.