MUERTOS

I. El estado intermedio de los muertos
II. Cuando Cristo descendió a los muertos

I. El estado intermedio de los muertos (Volver arriba)

El estado intermedio de los muertos se refiere a la condición de los muertos entre el tiempo de la muerte y la resurrección de los muertos.

Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Isaías 26:20

Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Lucas 16:22-23

Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:43

Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno… al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de él: …Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Hechos 2:22-27

Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibiréis la corona incorruptible de gloria. 1 Pedro 5:4

(Pablo) cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, partió del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un ejemplo notorio de resistencia paciente. Clemente de Roma (30-100 d.C.)

Todas las generaciones desde Adán hasta este día han pasado a la otra vida; pero los que por la gracia de Dios fueron perfeccionados en el amor residen en la mansión de los santos; y serán manifestados en la visitación del reino de Dios. Porque está escrito: Entra en tus aposentos durante un breve momento, hasta que haya pasado mi indignación, y yo recordaré un día propicio y voy a levantaros de sus sepulcros. Clemente de Roma (30-100 d.C.)

El mismo Pablo y en el resto de los apóstoles; estando persuadidos de que todos éstos no corrieron en vano, sino en fe y justicia, y que están en su lugar debido en la presencia del Señor, con el cual han sufrido también. Policarpo (135 d.C.)

El alma en sí no es inmortal, sino mortal; pero es posible que no muera. Si no conoce la verdad, muere y se deshace con el cuerpo; pero se levanta de nuevo al fin del mundo con el cuerpo, recibiendo la muerte por el castigo eterno. Pero cuando adquiere el conocimiento de Dios, no muere aunque por un tiempo permanece disuelta. Taciano (160 d.C.)

Estos (herejes), en cambio, dicen todo lo contrario, asegurando que no todas las almas accederán a la región intermedia, sino solamente las de los justos. Ireneo (180 d.C.)

De modo muy completo el Señor enseñó que no se conservan las almas pasando de cuerpo en cuerpo; sino también que ellas conservan la personalidad del cuerpo para el cual fueron hechas, y se acuerdan de las obras que aquí realizaron o dejaron de realizar. Cuando relata lo que está escrito acerca del rico y de Lázaro que descansaba en el seno de Abraham , dice que el rico, después de la muerte, reconoció a Lázaro y a Abraham y recordó el puesto que cada uno de ellos había tenido, y le rogó que enviara en su auxilio a Lázaro, al que no había querido hacer participar de su mesa; y luego la respuesta de Abraham, que no sólo sabía lo que él era, sino también el rico; y que más les servía escuchar a Moisés y a los profetas que recibir el anuncio de algún resucitado de la muerte, a aquellos que no quisieran llegar a aquel lugar de castigo. Ireneo (180 d.C.)

(Adán) fue arrojado del paraíso a este mundo una vez que pecó. Por eso dicen los presbíteros, discípulos de los apóstoles, que allá se llevó a quienes fueron trasladados (porque el paraíso se preparó para los justos, portadores del Espíritu: allí fue elevado también Pablo, que escuchó palabras inefables para quienes vivimos en este mundo. Allí permanecen hasta la consumación (de los siglos) esperando la incorrupción. Ireneo (180 d.C.)

Parece claro que los que estaban fuera de la ley a causa de sus peculiares condiciones de vida, si habían vivido rectamente, aunque estuvieran en la prisión del Hades, al oír la voz del Señor, ya fuera ella misma, ya la que se hacía oír por medio de los apóstoles se habían de convertir al punto y creer. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Si nombramos el paraíso (lugar de divina amenidad, destinado para hospedaje de las almas santas, que la distingue de la noticia de este orbe la flamante zona de la espada del Querubín) no lo creen, porque todo el crédito lo tiene ocupado la fe en los campos Elíseos que describen los poetas. Tertuliano (197 d.C.)

Ahora nos toca hablar del Hades, en el cual las almas, tanto de los justos como de los injustos, están detenidas. El Hades es un lugar creado por Dios debajo de la tierra, donde la luz del mundo no puede llegar. Ya que el sol no alumbra este lugar, hay una oscuridad perpetua. Este lugar ha sido destinado como si fuera un almacén de almas. Los ángeles están puestos como guardianes administrando castigos según los hechos de cada uno. Dentro de este lugar hay un cierto lugar apartado, un lago de fuego inapagable, dentro del cual se supone que nadie ha sido echado todavía…

Pero los justos (los que obtendrán el reino incorruptible) también están detenidos en el Hades, pero no en el mismo lugar de los injustos. Para este lugar sólo se cuenta con una sola bajada y en la puerta se ha puesto un arcángel con un ejército. Cuando los que son conducidos por los ángeles (designados a las almas) han pasado por esta puerta, no todos siguen por el mismo camino. Más bien, los justos son conducidos hacia la luz por la derecha. Y siendo conducidos por los ángeles puestos en este lugar, son llevados a un lugar lleno de luz, y allí están todos los justos desde el principio. No tienen ninguna necesidad; más bien disfrutan de la esperanza de todas las bendiciones vistas en el futuro, considerando las bendiciones nuevas mejores que las primeras. Tampoco hay ninguna labor. No se sienten el fuerte calor, ni el frío ni las espinas. Los rostros de los patriarcas y los justos siempre sonríen mientras esperan a los demás y el eterno avivamiento en los cielos después de este lugar. Este lugar se llama el seno de Abraham.

No obstante, los injustos son arrastrados hacia la izquierda por los ángeles que castigan. Estas almas ya no siguen voluntariamente; más bien son arrastradas como prisioneros por la fuerza. Los ángeles puestos sobre ellas las apresuran, reprendiéndolas y amenazándolas con una mirada terrible, empujándolas a las profundidades de más abajo. Y cuando las almas llegan allí, los que las han traído, las llevan hacia la Gehena. Los que se acercan (a la Gehena), escuchan sus movimientos y sienten el calor de su humo. Y viendo de tan cerca el fuego terrible que resplandece, tiemblan de terror, mientras esperan el juicio futuro, sintiendo ya el poder de su castigo. Cuando ven el lugar de los justos, también sufren castigos por sólo verlo, porque entre los dos hay un gran abismo; de modo que, ni los justos, motivados por compasión, pueden cruzarlo, ni los injustos se atreven a hacerlo.

Creo que he dicho suficiente en cuanto al asunto del Hades, en el cual las almas son detenidas hasta el tiempo señalado por Dios. Él llevará a cabo la resurrección de todos, no por la transferencia de sus almas a otros cuerpos, sino por medio de la resurrección de sus mismos cuerpos. Hipólito (205 d.C.)

Los justos son llevados al lugar del descanso, los malos son arrastrados al suplicio; a los fieles se les otorga en seguida la seguridad; a los infieles, sin tardar el castigo. Cipriano (250 d.C.)

II. Cuando Cristo descendió a los muertos (Volver arriba)

Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Hechos 2:25

Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? Efesios 4:9

En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados. 1 Pedro 3:19

Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios. 1 Pedro 4:6

Cristo, “descendió a los lugares inferiores de la tierra,” para ver con sus propios ojos lo que faltaba de completar a la creación, sobre lo cual dijo a sus discípulos: “Muchos profetas y justos desearon ver y oír lo que ustedes ven y oyen.” Ireneo (180 d.C.)

Cristo descendió no sólo en favor de aquellos que creyeron en tiempos del César Tiberio; ni el Padre pensó de antemano sólo en los seres humanos de hoy, sino en todos los hombres que desde el principio, en su propio origen, temieron y amaron a Dios según sus capacidades, se comportaron con el prójimo con piedad y justicia, y desearon ver a Cristo y escuchar su voz. Por este motivo en su segunda venida despertará del sueño y hará resurgir en primer lugar a éstos, antes de los demás que serán juzgados, para introducirlos en su reino. Ireneo (180 d.C.)

Por este motivo el Señor “descendió a los lugares inferiores de la tierra” para anunciarles la buena nueva de su venida, para el perdón de los pecados de quienes creyeron en él. Y en él creyeron todos los que esperaban en él, es decir, los justos, profetas y patriarcas que preanunciaron su venida. Ireneo (180 d.C.)

Cristo acordándose de los muertos que habían dormido antes que Él, descendió a ellos para arrancarlos (de la muerte) y salvarlos. Ireneo (180 d.C.)

Cuando otros dijeron: “El Señor, el Santo de Israel, se acordó de sus muertos que desde antes dormían en el polvo de la tierra, y descendió a sacarlos para salvarlos,” señalaron el motivo por el cual sufrió todas estas cosas. Ireneo (180 d.C.)

Pues los herejes desprecian la creación de Dios y rechazan la salvación de su carne; también desprecian la promesa divina, y en su sentir de las cosas intentan superar a Dios; aseguran que al morir ellos subirán por encima de los cielos y del Creador… ¿Qué de extraño si incluso ignoran el camino hacia la resurrección? ¿No quieren entender que, si las cosas fuesen como ellos enseñan, el mismo Señor, en el cual dicen creer, no habría resucitado de entre los muertos después de tres días, sino que al morir en la cruz de inmediato habría subido, abandonando el cuerpo en la tierra? Sin embargo, permaneció tres días en el lugar de los muertos, como dice de él un profeta: “El Señor se acordó de sus santos muertos que dormían en la tierra de la tumba, y bajó a ellos para sacarlos y salvarlos.” El mismo Señor dijo: “Así como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra.” Y el apóstol escribe: “¿Qué quiere decir ascendió, sino que también descendió a las regiones inferiores de la tierra?.” También David profetizó acerca de él: “Y arrancaste mi vida del fondo del abismo.” Habiendo resucitado al tercer día, dijo a María, la primera que lo vio y quería adorarlo: “No me toques, pues aún no subo al Padre, sino ve a mis discípulos y diles: Subo a mi Padre y su Padre.” Ireneo (180 d.C.)

El Señor se sometió a la ley de la muerte para ser el primogénito de los muertos y duró tres días en los lugares inferiores de la tierra, en seguida resucitó en la carne, de manera que mostró los agujeros de los clavos a sus discípulos, y subió al Padre. Entonces, ¿cómo no se avergüenzan de decir que los lugares inferiores son este mismo mundo en que habitamos, en cambio el hombre interior de quien hablan dejaría aquí el cuerpo, para subir a un lugar que está por encima de los cielos? Puesto que el Señor “habitó en la sombra de la muerte,” donde estaban las almas de los muertos, luego resucitó corporalmente y después de resucitar fue asumido, es evidente que las almas de los discípulos por los cuales el Señor realizó esta obra, irán a un lugar invisible señalado por Dios, y allí permanecerán en espera de resucitar. En seguida recibirán sus cuerpos, y resucitando enteramente, es decir corporalmente, así como Cristo resucitó, se presentarán en la presencia de Dios. “Ningún discípulo está sobre su maestro; sino que todo discípulo consumado será como su maestro.” Sin embargo, nuestro Maestro no se retiró volando de inmediato, sino que después de su resurrección se detuvo durante el tiempo asignado por el Padre, simbolizado por Jonás: después de tres días fue asumido. De modo semejante también nosotros debemos esperar el tiempo que el Padre ha decidido para que resucitemos, como los profetas lo anunciaron. Así resucitaremos todos aquellos a quienes el Señor juzgare dignos. Ireneo (180 d.C.)

Y en Jeremías, ve con qué términos se expresa para dar a conocer su muerte y su descenso a los infiernos: Y el Señor, el Santo de Israel, se acordó de sus muertos, de los que estaban ya dormidos en el polvo de la tierra, y descendió a ellos para llevarles el evangelio de su salvación y salvarles. Aquí se revelan también las razones de su muerte, porque su descenso al Hades era para la salvación de los difuntos. Ireneo (180 d.C.)

Cristo estuvo en las regiones más bajas sólo por dos días. Lactancio (304-313 d.C.)

VER TAMBIÉN CASTIGOS Y GALARDONES ETERNOS; MUERTE

  • VOLVER AL ÍNDICE