PACTOS, LOS DOS
Los herejes, tales como Marción y los gnósticos, argumentaron que las diferencias entre el antiguo y el nuevo pacto demuestran que estos pactos provienen de dos dioses distintos. Muchas de las citas siguientes fueron escritas por cristianos que refutaron esta falsa premisa.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. Jeremías 31:31
Lo cual es una alegoría, pue estas mujeres son los dos pactos. Gálatas 4:24
Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero. Hebreos 8:13
Jesús, el mediador del nuevo pacto. Hebreos 12:24
Ahora bien, todo eso (el antiguo pacto) lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre. Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandó a sus padres, cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? ¿0 no fue más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de ustedes guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amaran el falso juramento? Bernabé (70-130 d.C.)
La ley dada sobre el monte Horeb es ya vieja y los atañe sólo a ustedes; pero la otra (la nueva) pertenece a todos absolutamente. Ahora bien, una ley puesta contra otra ley, anula la primera; y un testamento hecho posteriormente, deja igualmente sin efecto el primero. Y a nosotros Cristo nos ha sido dado como ley eterna y última y como testamento fiel, después del cual ya no hay ni ley ni ordenación ni mandamiento. Justino Mártir (160 d.C.)
(Escrito por un crítico pagano del cristianismo) Una última observación se impone: supo¬niendo que Jesús, en conformidad con los profe¬tas de Dios y de los judíos, fuese el Hijo de Dios, ¿cómo es que el Dios de los judíos les ordenó, por medio de Moisés, que procurasen las riquezas y el poder, que se multiplicasen hasta llenar la tierra, que masacrasen a sus enemigos sin perdo¬nar siquiera a los niños y exterminar coda la raza, lo que él mismo hace ante sus propios ojos, tal como cuenta Moisés? ¿Por qué los amenaza él, si desobedecieron sus mandamientos, de tratarlos como enemigos declarados, mientras que el Hijo, el Nazareno, formula preceptos completamente opuestos: el rico no tendrá acceso hasta el Padre, ni el que ambiciona el poder, ni el que ama la sabiduría y la gloria; no nos debemos inquietar con las necesidades de subsistencia más que los cuervos; es necesario preocuparnos menos de la vestimenta que los lirios; si les diesen una bofe¬tada es preciso aprestarse a recibir una segunda? ¿Quién miente entonces: Moisés o Jesús? ¿Será que el Padre, cuando envió al Hijo, se olvidó de lo que le había dicho a Moisés? ¿Habrá cambiado de opinión, renegado de sus propias leyes y en¬cargado a su mensajero el promulgar otras comple¬tamente contrarias? Celso (178 d.C.)
Todos los que defienden falsas teorías, y movidos por la ley de Moisés piensan que ésta es diferente y aun contraria a la doctrina del evangelio, no han puesto empeño en buscar los motivos de las diferencias entre los dos testamentos… Por nuestra parte, más adelante trataremos sobre el motivo de la diferencia entre los dos testamentos, y acerca de la unidad y acuerdo entre ambos. Ireneo (180 d.C.)
“El Señor me mandó en aquel momento enseñarles estos preceptos y mandatos.” Por este motivo en el nuevo pacto de la libertad abolió los mandamientos que les había dado como en figura para el estado de servidumbre. Ireneo (180 d.C.)
En uno y otro pacto se trata de la misma justicia en el juicio de Dios; sólo se diferencian en que, en el primero, se expresa en figura, de modo temporal y más limitado, y en el segundo de manera real, verdadero, para siempre y con precisión; pues el fuego es eterno, y del cielo se ha de revelar la ira de Dios… El castigo será mayor para los que caen en su justicia. De esta manera se amplió también el castigo de aquellos que no creen en la Palabra de Dios. Ireneo (180 d.C.)
En el Nuevo Testamento creció la fe de los seres humanos en Dios, al recibir al Hijo de Dios como un bien añadido a fin de que el hombre participara de Dios. De modo semejante se incrementó la perfección de la conducta humana, pues se nos manda abstenernos no sólo de las malas obras, sino también de los malos pensamientos, de las palabras ociosas, de las expresiones vanas y de los discursos licenciosos: de esta manera se amplió también el castigo de aquellos que no creen en la Palabra de Dios, que desprecian su venida y se vuelven atrás, pues ya no será temporal sino eterno. Ireneo (180 d.C.)
En cambio, con la venida del Señor, un nuevo pacto se extendió por toda la tierra, según habían dicho los profetas, como una ley de vida que habría de reconciliar los pueblos en la paz: “Porque de Sion saldrá la ley y de Jerusalén la Palabra del Señor. El juzgará a muchas naciones, convertirá las espadas en arados y las lanzas en hoces, y ya no se prepararán para la guerra” Ireneo (180 d.C.)
Todos los apóstoles, en efecto, enseñaron que los dos testamentos corresponden a dos pueblos, mas uno solo y el mismo es Dios que dispuso uno y otro para el bien de la humanidad, ya que dio el primer pacto a quienes empezaban a creer en Dios, como hemos demostrado en el libro tercero a partir de la doctrina de los apóstoles. Y no se dio este primer pacto en vano, ni sin una finalidad, ni al acaso; sino que sometió al servicio de Dios a aquellos a quienes se les dio para su propio provecho, pues Dios no necesita del servicio de los seres humanos. Además, se les dio como una figura de los bienes celestiales, porque los seres humanos aún no eran capaces de soportar a ojo desnudo la visión de las cosas divinas; también prefiguró las realidades de la iglesia, a fin de que se afirmase nuestra fe; pues llevaba en sí la profecía de los bienes futuros, con el objeto de enseñar al género humano que Dios conoce de antemano todas las cosas. Ireneo (180 d.C.)
“La ley fue dada por medio de Moisés” no por Moisés, sino por Cristo Moisés se hizo intermediario, como siervo suyo; por eso fue una ley transitoria. Mas “la gracia eterna y la verdad han venido por medio de Jesucristo.” Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Dios manifiesta que el antiguo pacto es sólo temporal, al introducir cambios y prometer que el antiguo será seguido por un pacto eterno. Tertuliano (207 d.C.)
Nosotros admitimos que la epístola más decisiva contra el judaísmo es aquella con la cual el apóstol instruye a los gálatas. Puesto que reconocemos firmemente la abolición de la ley antigua, sostenemos que esto procede de la dispensación del Creador… Cristo señala el punto de separación cuando dice: “La ley y los profetas fueron hasta Juan.” De esta manera hizo de Juan el Bautista el límite entre las dos dispensaciones: las cosas antiguas (de la ley) que estaban terminando y las nuevas que estaban comenzando. Tertuliano (207 d.C.)
El antiguo pacto no es “evangelio” (buena nueva), porque no muestra al que había de venir, sino que lo anuncia; en cambio, todo el nuevo pacto es el evangelio, porque no sólo dice como al comienzo del evangelio: “Aquí está el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo,” sino que contiene diversas alabanzas y enseñanzas de aquel por quien el evangelio es evangelio. Orígenes (225 d.C.)
La antigua alianza es sombra de la realidad celeste, la cual ya está presente en la iglesia. Orígenes (225 d.C.)
Así pues, antes del evangelio que ha tenido lugar con la venida de Cristo, ninguna de las cosas antiguas era el evangelio. Pero el evangelio que es la nueva alianza, nos ha arrancado de la letra antigua y ha hecho resplandecer con la luz del conocimiento el Espíritu nuevo que jamás envejece, que es la novedad propia de la nueva alianza y que estaba depositada en todas las Escrituras. Orígenes (225 d.C.)
VER TAMBIÉN JUDAÍSMO; LEY MOSAICA