PARAÍSO
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado… Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. Génesis 2:8, 10
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:43
Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. 2 Corintios 12:4
Las manos de Dios se habían acostumbrado en Adán a ordenar, sostener y apoyar a su criatura, y a ponerla y cambiarla a donde querían. ¿Dónde fue colocado el primer hombre? En el paraíso, como dice la Escritura: “Y Dios plantó un jardín en el Edén, hacia el oriente, y allí puso al hombre que había formado.” De allí fue arrojado a este mundo, una vez que pecó. Por eso dicen los presbíteros, discípulos de los apóstoles, que allá se llevó a quienes fueron trasladados (porque el paraíso se preparó para los justos, portadores del Espíritu: allí fue elevado también Pablo, que escuchó palabras inefables para quienes vivimos en este mundo. Allí permanecen hasta la consumación (de los siglos) esperando la incorrupción. Ireneo (180 d.C.)
El hombre, era aún pequeño, como niño, y debía crecer para llegar a la madurez. Y a fin que se alimentara y desarrollara con gozo y alegría, le fue preparado un sitio mejor que este mundo, superior a él por el aire, la belleza, la luz, el alimento, las plantas, los frutos, las aguas y todas las demás cosas necesarias para la vida. Y este lugar tiene por nombre Jardín. El Jardín era tan bello y agradable que el Verbo de Dios se personaba con frecuencia en él; se paseaba y entretenía con el hombre prefigurando lo que había de suceder en el futuro, es decir, que el Verbo de Dios se haría conciudadano del hombre y conversaría y habitaría con todos los hombres enseñándoles la justicia. Pero el hombre era todavía niño y no tenía aún pleno uso de razón, de allí que le fuera fácil al seductor engañarle. Ireneo (180 d.C.)
Y colocó al hombre en un paraíso hacia el oriente, en Edén, para que viviera agradablemente, y le dio como ley un mandato... Pero el hombre que era por naturaleza capaz del bien y del mal, como un pedazo de tierra que puede recibir buenas y malas semillas, acogió a un consejero hostil y codicioso, y tomando del árbol transgredió el mandamiento y desobedeció a Dios. Melitón de Sardis (190 d.C.)
Si nombramos el paraíso (lugar de divina amenidad, destinado para hospedaje de las almas santas, que la distingue de la noticia de este orbe la flamante zona de la espada del Querubín) no lo creen, porque todo el crédito lo tiene ocupado la fe en los campos Elíseos que describen los poetas. Tertuliano (197 d.C.)
Ahora nos toca hablar del Hades, en el cual las almas, tanto de los justos como de los injustos, están detenidas. El Hades es un lugar creado por Dios debajo de la tierra, donde la luz del mundo no puede llegar. Ya que el sol no alumbra este lugar, hay una oscuridad perpetua. Este lugar ha sido destinado como si fuera un almacén de almas. Los ángeles están puestos como guardianes administrando castigos según los hechos de cada uno. Dentro de este lugar hay un cierto lugar apartado, un lago de fuego inapagable, dentro del cual se supone que nadie ha sido echado todavía…
Pero los justos (los que obtendrán el reino incorruptible) también están detenidos en el Hades, pero no en el mismo lugar de los injustos. Para este lugar sólo se cuenta con una sola bajada y en la puerta se ha puesto un arcángel con un ejército. Cuando los que son conducidos por los ángeles (designados a las almas) han pasado por esta puerta, no todos siguen por el mismo camino. Más bien, los justos son conducidos hacia la luz por la derecha. Y siendo conducidos por los ángeles puestos en este lugar, son llevados a un lugar lleno de luz, y allí están todos los justos desde el principio. No tienen ninguna necesidad; más bien disfrutan de la esperanza de todas las bendiciones vistas en el futuro, considerando las bendiciones nuevas mejores que las primeras. Tampoco hay ninguna labor. No se sienten el fuerte calor, ni el frío ni las espinas. Los rostros de los patriarcas y los justos siempre sonríen mientras esperan a los demás y el eterno avivamiento en los cielos después de este lugar. Este lugar se llama el seno de Abraham.
No obstante, los injustos son arrastrados hacia la izquierda por los ángeles que castigan. Estas almas ya no siguen voluntariamente; más bien son arrastradas como prisioneros por la fuerza. Los ángeles puestos sobre ellas las apresuran, reprendiéndolas y amenazándolas con una mirada terrible, empujándolas a las profundidades de más abajo. Y cuando las almas llegan allí, los que las han traído, las llevan hacia la Gehena. Los que se acercan (a la Gehena), escuchan sus movimientos y sienten el calor de su humo. Y viendo de tan cerca el fuego terrible que resplandece, tiemblan de terror, mientras esperan el juicio futuro, sintiendo ya el poder de su castigo. Cuando ven el lugar de los justos, también sufren castigos por sólo verlo, porque entre los dos hay un gran abismo; de modo que, ni los justos, motivados por compasión, pueden cruzarlo, ni los injustos se atreven a hacerlo.
Creo que he dicho suficiente en cuanto al asunto del Hades, en el cual las almas son detenidas hasta el tiempo señalado por Dios. Él llevará a cabo la resurrección de todos, no por la transferencia de sus almas a otros cuerpos, sino por medio de la resurrección de sus mismos cuerpos. Hipólito (205 d.C.)
Si es glorioso para los soldados de este mundo retornar triunfantes a sus países, cuando el enemigo es derrotado, ¿cuánto más excelente y glorioso será retornar triunfante al paraíso, después de vencer al diablo; y llevar trofeos de victoria a aquel lugar donde Adán fue expulsado como pecador? Cipriano (250 d.C.)
VER TAMBIÉN ADÁN; HOMBRE, DOCTRINA DEL; MUERTOS (I. El estado intermedio de los muertos)