LIBROS Y TRATADOS DEMOSTRANDO LAS DOCTRINAS Y PRÁCTICAS DE LA IGLESIA PRIMITIVA

Los materiales en esta página demuestran las doctrinas y prácticas de los primeros cristianos con el fin de volver a practicar las verdades de la Iglesia Primitiva

“LA PROSPERIDAD MATERIAL: ¿UNA BENDICIÓN O UNA TRAMPA?”

     

El evangelio “de salud y prosperidad” ha llegado a ser sumamente popular en las iglesias de hoy. Muchas de las iglesias que están creciendo más en el mundo hoy son las iglesias que predican este “evangelio”. Algunos de los predicadores de prosperidad construyen su teología entera alrededor de un versículo en 3 Juan: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). ¿Qué quería decir Juan al escribir estas palabras? ¿Quería decir que deseaba que los cristianos todos prosperaran materialmente y que tuvieran salud? ¿Les estaba prometiendo que Dios siempre les daría las riquezas y la salud? En verdad, los primeros cristianos testifican que los mismos apóstoles vivieron en la pobreza, no en la prosperidad material.      

Los primeros cristianos no consideraron que la riqueza fuera una bendición de Dios. Al contrario, la consideraron como una trampa que fácilmente pudiera costarles la vida eterna. Se basaron en pasajes bíblicos como los siguientes: “Raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6) “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora” (Hebreos 13.5).“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19-21). “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6.24).    

Los peligros de la prosperidad

 

Dando aplicación a los versículos que cité arriba, Hermes , en el año 150,escribió: “Estos son los que tienen fe verdadera, pero también tienen las riquezas de este mundo. Venida la tribulación, niegan al Señor a causa de sus riquezas y sus negocios... Por eso, los que son ricos en este mundo no pueden ser útiles al Señor a menos que primero sus riquezas sean disminuidas. Aprende esto primero de tu propio caso. Cuando tú eras rico, eras inútil. Pero ahora eres útil y preparado para la vida.” Por eso amonestó: “Guárdate de meterte mucho en el negocio y evitarás el pecado. Aquellos que se ocupan con muchos negocios también cometen muchos pecados; se distraen por sus negocios en vez de servir al Señor.”     

  Clemente advirtió que “la riqueza puede, sin la ayuda de nada, corromper al alma de aquellos que la poseen y extraviarlos del camino de la salvación.” El describió la riqueza como “un peso de que debemos despojarnos, el cual debemos echar de nosotros como una enfermedad peligrosa y fatal.” (180-200 d.C)      

Cipriano, hombre rico antes de convertirse, dio todos sus bienes a los pobres cuando se hizo cristiano. Después advirtió a los miembros de su congregación: “Un amor ciego a las posesiones ha engañado a muchos. ¿Cómo podrán los ricos estar preparados, o dispuestos, a partir de esta tierra [en la persecución] cuando sus riquezas los encadenan aquí? . . . Por eso, el Señor, el Maestro de lo bueno, les advierte de antemano, diciendo: ‘Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme’ [Mateo 19.21].  El que no tuviera nada en este mundo no sería vencido por el mundo. Seguiría al Señor, sin cadenas, libre, como hicieron los apóstoles... Pero ¿cómo podrán seguir a Cristo cuando la cadena de la riqueza los estorba? … Ellos creen que poseen, pero en realidad son ellos una posesión. No son los señores de su riqueza, sino los esclavos de ella.” (230-258 d.C)      

Utilizando el ejemplo de Jesús sobre el camino ancho y el camino angosto, Lactancio advirtió contra aquellos que hacían promesas de riqueza y prosperidad: ”El camino al cielo parece muy dificultoso y montañoso, lleno de espinos y cubierto de piedras dentadas. Por eso, todos los que andan en él tienen que usar mucho cuidado para guardarse de no caer. En este camino Dios ha colocado la justicia, la abnegación, la paciencia, la fe, la pureza, el dominio propio, la paz, el conocimiento, la verdad, la sabiduría, y otras virtudes más. Pero estas virtudes van acompañadas de la pobreza, la humildad, los trabajos, los sufrimientos y muchas penas y pruebas. Porque el que tiene una esperanza para el porvenir, el que ha escogido las cosas mejores, será privado de los bienes terrenales. Por llevar él poco equipo y estar libre de las distracciones, él puede vencer las dificultades en el camino. Porque es imposible que el rico encuentre este camino, o que persevere en él, ya que se ha rodeado de las ostentaciones reales, o se ha cargado de las riquezas.” (290-330 d.C) (Mateo 7.13-14; 19.23-24).    

Pero los primeros cristianos no sólo hablaron de la pobreza, en verdad eran pobres. Y los romanos se burlaron de ellos por eso mismo. Por ejemplo, un romano reprochó a los cristianos, diciendo: “Vea, muchos de ustedes—en verdad, según ustedes mismos dicen, la mayoría de ustedes—están en necesidad, soportando frío y hambre, y trabajando en trabajos agotadores. Pero su dios lo permite.” (215-255 d.C) Admitiendo lo cierto de esta acusación, el licenciado Félix respondió, diciendo: “Que dicen que muchos de nosotros somos pobres, no es desgracia, sino gloria. De la manera que nuestra mente se afloja por la riqueza, también se fortalece por la pobreza. Mas, ¿quien es pobre si nada desea? ¿si no codicia lo que tienen otros? ¿si es rico para con Dios? Al contrario, el pobre es aquel que desea más, aunque tenga mucho.” (200-215 d.C)      

Los romanos se extrañaban tanto de este mensaje de los cristianos contra el materialismo que ridiculizaban al cristianismo. Un crítico romano llamado Celso se mofó de los cristianos, diciendo: “¿Cómo pudo Dios ordenar [a los judíos] por medio de Moisés que aumentaran riqueza, que gobernaran, que llenaran la tierra, que pusieran a la espada a sus enemigos de todos los siglos ... cuando a la vez, su Hijo, el hombre de Nazaret, dio órdenes muy contrarias a éstas? Este afirmó que el que ama el poder, las riquezas y la honra no puede venir al Padre. [Enseñó] que no deben preocuparse por su comida más que las aves; que no deben molestarse por el vestir más que los lirios.” (170 d.C)

En los primeros siglos, los herejes, no los cristianos, enseñaban esa teología de prosperidad.

Aquí doy otros pasajes que los primeros cristianos usaban como base de sus enseñanzas sobre la riqueza material: “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme” (Lucas 18.22). “Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Lucas 18.25). “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2.16). “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6.17). “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6.8). “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Santiago 5.1-3