SEPTUAGINTA O LA VERSIÓN DE LOS LXX
La Septuaginta fue la primera traducción griega del Antiguo Testamento. Según la tradición fue traducida en Alejandría, Egipto, durante el tercer siglo antes de Cristo por setenta (setenta y dos) traductores. (La palabra “septuaginta” proviene de la palabra latina “setenta”). Cuando los escritores del Nuevo Testamento citarón del Antiguo Testamento, casi siempre citaron de la Septuaginta, no del texto hebreo, porque su lengua era el griego. De esta manera, la Septuaginta llegó a ser el Antiguo Testamento usada por la iglesia. Sin embargo, después de su buena aprobación por los cristianos, los judíos eventualmente dejaron de usarla, prefiriendo la traducción del segundo siglo hecha por un judío converso, Aquila.
I. Historia y uso de la Septuaginta
II. Citas de la Septuaginta y las diferencias entre algunos textos del Antiguo Testamento
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II. Citas de la Septuaginta y las diferencias entre algunos textos del Antiguo Testamento
Pues antes de que los romanos estableciesen el imperio, cuando aún los macedonios dominaban sobre Asia, Tolomeo, hijo de Layo, quiso enriquecer la biblioteca que él mismo había erigido en Alejandría, con los escritos de todos los hombres más destacados. Pidió también a judíos de Jerusalén sus Escrituras, pero traducidas al griego. Ellos entonces (pues en esa época eran súbditos de Macedonia) enviaron a Tolomeo a los 70 más profundos conocedores de las Escrituras, prácticos en ambas lenguas, para que se pusiesen a su servicio. El, queriendo controlarlos, pues temía que se pusieran de acuerdo en esconder, al momento de traducir, la verdad de las Escrituras, los separó unos de otros y mandó a cada uno de ellos que tradujera la Escritura. Esto hizo con cada uno de los libros. Ireneo (180 d.C.)
Cuando se reunieron con Tolomeo para comparar sus traducciones, Dios fue glorificado porque se probó que las Escrituras eran de verdad divinas, pues, habiendo recitado cada uno de ellos desde el principio hasta el fin con las mismas palabras y los mismos nombres, todos los presentes cayeron en la cuenta de que las Escrituras habían sido traducidas con inspiración divina. Ireneo (180 d.C.)
Y nadie se admire de que Dios haya realizado tal prodigio en ellos, pues durante la cautividad a la que Nabucodonosor los arrastró se perdieron las Escrituras. Después de 70 años los judíos regresaron a su tierra, y durante el imperio del rey Artajerjes de Persia, Dios inspiró a Esdras, sacerdote de la tribu de Leví, para que, recordando todas las palabras de los antiguos profetas, restituyese al pueblo la ley que por medio de Moisés le había dado. Fue, pues, muy grande la fidelidad con la cual la gracia de Dios hizo que fuesen traducidas las Escrituras, a partir de las cuales Dios preparó y modeló de antemano nuestra fe en su Hijo, y fueron conservadas incorruptas en Egipto, donde se había desarrollado la casa de Jacob cuando huyó del hambre que asoló la tierra de Canaán, y donde también se protegió el Señor cuando huyó de la persecución de Herodes. Y dicha traducción se hizo antes de que nuestro Señor descendiera y de que los cristianos aparecieran (pues nuestro Señor nació alrededor del año 41 del gobierno de Augusto, y muy anterior había sido Tolomeo, bajo cuyo reinado se habían traducido las Escrituras). No tienen, pues, vergüenza esos atrevidos (los judíos) que ahora pretenden hacer otras traducciones cuando usamos las mismas Escrituras para argüirles y probarles la fe en la venida del Hijo de Dios. Ireneo (180 d.C.)
En consecuencia, la única fe no falseada y verdadera es la nuestra, pues halla toda su clara exposición en las Escrituras que fueron traducidas de la manera que hemos descrito, y que la iglesia predica sin alterar nada. En efecto, los apóstoles, siendo más antiguos que cualquiera de ellos, están de acuerdo con esta versión (la septuaginta), y a su vez esta versión está de acuerdo con la tradición apostólica. Pues Pedro, Juan, Mateo, Pablo y los demás, así como sus discípulos, predicaron con los textos contenidos en la traducción de los antiguos. Ireneo (180 d.C.)
Las Escrituras, la ley y los profetas fueron traducidos del idioma de los hebreos al de los griegos durante el reinado de Tolomeo, hijo de Layo… Pues fue el consejo de Dios llevarla a cabo para el beneficio de los griegos. (La traducción) no fue ajena a la inspiración de Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
El más erudito de los tolomeos que tuvo por sobrenombre Filadelfo, conocedor de todas las letras, queriendo competir, según creo, con la diligencia que tuvo Pisistrato en congregar famosas librerías, entre las memorias con que la curiosidad se adorna y la antigüedad se celebra, pidió a los judíos, por consejo de Demetrio Falereo, el más excelente gramático de aquella edad, por cuya cuenta corría este negocio, sus libros escritos en idioma y caracteres tan propios de aquella gente, que no los tenía otra nación. En este idioma habló Dios a los profetas, y en este predicaban ellos a los judíos, que era la familia de Dios por méritos de sus primeros padres. Los que ahora se dicen judíos se llamaron antiguamente hebreos, y por eso se llaman hebreos los caracteres y el lenguaje. Los judíos, ajustándose a la petición del rey, enviaron los libros y setenta y dos intérpretes para que con fidelidad tradujesen escrituras tan oscuras. Estos hicieron la traducción del hebreo al griego, y confiriéndola Menedemo, filósofo, que fue el que reconoció la providencia divina en este suceso, halló que la traducción de todos constaba de unas mismas palabras y sentencias. La verdad de esta historia ya les la dejó escrita Aristeas. Por este camino Tolomeo dejó las escrituras hebreas claramente traducidas en estilo griego. Hoy se pueden ver en el templo de Serapis, donde está la librería, y se guardan los originales de esta versión. Y el que quisiere informarse de más cerca, aquí en Roma los judíos tienen esta escritura y todos los sábados la leen en su sinagoga pagando tributo anual por entrar a oír la explicación. El que oyere estas voces hallará a Dios, y el que se cuida de conocerlo se verá forzado a cree en Él. Tertuliano (197 d.C.)
II. Citas de la Septuaginta y las diferencias entre algunos textos del Antiguo Testamento (Volver arriba)
Cuando los escritores del nuevo testamento citan el Antiguo Testamento muchas veces se lee diferente que los pasajes en el Antiguo Testamento de nuestra biblia. Esto es porque los escritores del Nuevo Testamento citaron de la Septuaginta. En cambio el Antiguo Testamento de las biblias modernas como “La Reina Valera” ha sido traducido del texto masorético en vez de ser traducido de la versión a partir de la cual se tradujo la Septuaginta.
Pues este es aquel que hablo el profeta Isaías cuando dijo: “Voz que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, Enderecen sus sendas.” Mateo 3:3 (Aquí Mateo está citando Isaías 40:3 de la Septuaginta. En la Reina Valera Isaías 40:3 dice: Voz que clama en el desierto: “Preparen camino a Jehová; enderecen calzada en la soledad a nuestro Dios”)
Y enviado José, hizo venir a su padre Jacob, y toda su parentela, en número de setenta y cinco personas. Hechos 7:14 (Aquí Esteban esta citando Génesis 46:27 de la Septuaginta. En la Reina Valera Génesis 46:27 dice: “Todas las personas de la casa de Jacob que entraron a Egipto fueron setenta.”)
Por eso Cristo al entrar en el mundo dijo a Dios: “No quieres sacrificio ni ofrendas, sino que me has dado un cuerpo.” Hebreos 10:5 (Aquí el escritor de Hebreos está citando Salmos 40:6 de la Septuaginta. En la Reina Valera dice: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos.”)
Nótese también las diferencias entre: Romanos 15:12 /Isaías 11:10; Gal 3:13/Deut.21:23; He 13:6/Salmos 118:6; Santiago 4:6/ Proverbios 3:34; 1 Pedro2:22/Is.53:9; y 1 Pedro 4:18/ Proverbios 11:31
Compara Isaías 53:10-11 en la Reina Valera con la siguiente cita, traducida de la Septuaginta. Esto demuestra una diferencia fundamental entre el texto de la Septuaginta y nuestro antiguo testamento en cuanto a la redención.
Según el Espíritu Santo habló, diciendo: Porque dijo: ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? (Isaías 53:10)... Y el Señor desea limpiarle de sus heridas. Si hacen ofrenda por el pecado, su alma verá larga descendencia. Y el Señor desea quitarle el padecimiento de su alma, mostrarle luz y moldearle con conocimiento, para justificar al Justo que es un buen siervo para muchos. Clemente de roma (30-100 d.C.)
Cuando puedan hacer bien, no se demoren, porque la limosna libra de la muerte. (Citando Tobit 4:10) Policarpo (135 d.C.)
Dios, pues, se ha hecho hombre, el Señor nos ha salvado (Is. 63:9) y nos ha dado él mismo el signo de la virgen. Luego no es verdadera la interpretación de algunos (lo judíos) que se atreven a traducir así la Escritura: “He aquí que una joven concebirá en su seno y dará a luz un hijo” (Is. 7:14), según han traducido Teodosio de Efeso y Aquila del Ponto, ambos prosélitos judíos; a éstos siguen los ebionitas, quienes afirman que fue engendrado de José, disolviendo la economía en cuanto está de su parte y frustrando el testimonio que Dios nos ofreció por los profetas. Esta profecía tuvo lugar antes de la transmigración a Babilonia, es decir, antes de que los medos y persas gobernaran. Y los mismos judíos lo tradujeron al griego mucho tiempo antes de la venida de nuestro Señor, a fin de que los judíos no hagan recaer sobre nosotros alguna sospecha de que así lo hemos traducido para acomodarlo a nuestro modo de pensar. Ireneo (180 d.C.)
En muchos otros libros sagrados, a veces encuentro más en nuestras copias (la Septuaginta) que en las de los hebreos. Daré unos pocos ejemplos... Del libro de Ester, ni la oración de Mardoqueo ni la de Ester -ambas que edifican al lector- se encuentran en el (texto) hebreo. Orígenes (240 d.C.)
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