VÍRGENES

En la mayoría de las iglesias primitivas existía un grupo de vírgenes: hombres y mujeres célibes quienes hicieron votos para permanecer solteros entregados al servicio de Cristo.

Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba. Mateo 19:12

Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Hechos 21:9

De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor. 1 Corintios 7:38

Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta. 1 Timoteo 5:5-6

Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Apocalipsis 14:1

Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. Apocalipsis 14:4

Saludo a las casas de mis hermanos con sus esposas e hijos, y a las vírgenes que son llamadas viudas. Ignacio (105 d.C.)

Las vírgenes deben andar en una conciencia inmaculada y pura. Policarpo (135 d.C.)

Entre nosotros hay muchos y muchas que, hechos discípulos de Cristo desde la niñez, permanecen vírgenes hasta los sesenta y los setenta años, y yo me glorío que se los puedo mostrar de entre toda raza humana. Justino Mártir (160 d.C.)

Y hasta es fácil hallar entre nosotros muchos hombres y mujeres que han llegado célibes (vírgenes) hasta su vejez con la esperanza de alcanzar así una mayor intimidad con Dios. Ahora bien, si el permanecer en virginidad y celibato nos acerca más a Dios, mientras que el mero pensamiento y deseo de unión aparta, si huimos aun de los pensamientos, mucho más rechazaremos las obras. Porque nuestra religión no consiste en cuidados discursos, sino en la demostración y la enseñanza de las obras: o hay que permanecer tal como uno nació, o hay que casarse una sola vez. Atenágoras (175 d.C.)

Quien se ha ejercitado en el control del deseo sexual y se refrena a sí mismo, es como una viuda que llega a ser nuevamente una virgen por su continencia. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

¡Cuántos eunucos voluntarios hay! ¡Cuántas vírgenes casadas con Cristo!... Muchos vírgenes varones, muchos eunucos voluntarios, llevan su gloria en secreto. Tertuliano (197 d.C.)

Pero más altos aún y más dichosos grados son la paciencia corporal. Ella eleva la continencia de la carne a la santidad; sostiene a la viudez, conserva la virginidad, y al voluntario eunuco lo levanta hasta el reino de los cielos. Tertuliano (197 d.C.)

Y hay muchos entre nosotros que disfrutan, sin jactarse de la virginidad perpetua de un cuerpo intacto. Marco Minucio Félix (200 d.C.)

La virginidad y la viudez, del mismo modo, son ofrendas fragantes a Dios. Tertuliano (210 d.C.)

La iglesia de Cristo… florece con vírgenes castas y puras, en las cuales se ha realizado la verdadera circuncisión de la carne; y en su carne son fieles al pacto de Dios que es un pacto eterno. Orígenes (225 d.C.)

¡Qué placer disfrutar allá del reino del cielo sin temor de morir y qué dicha tan soberana y perpetua con una vida sin fin!... allí (están) las vírgenes que triunfaron de la concupiscencia de la carne con el vigor de la castidad. Cipriano (250 d.C.)

El Señor no ordena el celibato, pero si lo exhorta… Cuando Él dice que en la casa de su Padre hay muchas moradas, indica que las hay de distintas clases. Ustedes (vírgenes) están en busca de las mejores habitaciones. Cipriano (250 d.C.)

Si ellos (las personas vírgenes) se han dedicado a Cristo fielmente, entonces deben perseverar en modestia y pureza, sin caer en acusaciones por haber actuado mal. Así, con valor y firmeza, podrán esperar el galardón de la virginidad. Sin embargo, si no están dispuestos o si son incapaces de perseverar, es mejor que se casen que caer al fuego por sus crímenes. Cipriano (250 d.C.)

Juan nos dice en el libro de Apocalipsis: “Después miré… y estaban con Él ciento cuarenta y cuatro mil… Éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Éstos son los que siguen al Cordero por donde quiera qure va.” Esto demuestra que el Señor es el líder del coro de tales vírgenes… Fíjate cuán grande es a la vista de Dios el valor de la virginidad: “Éstos fueron redimidos de entre los hombres, siendo los primeros frutos para Dios y para el Cordero”… Y Él claramente nos enseña con esto que desde el principio, el número de los que se mantuvieron vírgenes estuvo reducido a un cierto número… Al contrario, la multitud de los demás santos es innumerable. Metodio (290 d.C.)

En los siguientes cuatro fragmentos, Metodio expresa en forma de poesía el deseo y el espíritu de los que practicaban la virginidad en los días de la iglesia primitiva:

He desechado la felicidad de los mortales, tan lamentable; los placeres de una vida voluptuosa y el amor profano; a tus brazos, que dan la vida, me acojo buscando protección, en espera de contemplar, ¡oh Cristo bienaventurado!, tu eterna belleza. Metodio (290 d.C.)

A ti consagro mi pureza, ¡oh divino Esposo!, y voy a tu encuentro con la lámpara brillante en mi mano. He abandonado los tálamos y palacios de bodas terrenas por ti, ¡oh, divino Maestro!, resplandeciente como el oro; a ti me acerco con mis vestiduras inmaculadas, para ser la primera en entrar contigo en la felicidad completa de la cámara nupcial. Metodio (290 d.C.)

Olvidé mi patria arrastrada por el encanto ardiente de tu gracia, ¡oh, Verbo divino!; olvidé los coros de las vírgenes compañeras de mi edad y la felicidad de mi madre y de mi raza, porque tú mismo, tú, ¡oh Cristo!, eres todo para mí. Metodio (290 d.C.)

Salve, ¡oh Cristo, dador de la vida, luz sin ocaso! ¡Oye nuestras aclamaciones! Es el coro de las vírgenes quien te las dirige, ¡oh flor sin tacha, gozo, prudencia, sabiduría, oh, Verbo de Dios! Metodio (290 d.C.)

VER TAMBIÉN CELIBATO; MATRIMONIO

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