8
Fuentes buenas, fuentes malas
Para averiguar cuáles eran las prácticas o “el curso de acción” de las iglesias del Nuevo Testamento, tu primera inclinación podría ser tomar tu comentario confiable o enciclopedia bíblica. Pero es el lugar incorrecto. Yo aprendí, no de un seminario, sino del colegio de leyes y de las prácticas de leyes.
Podría sonar extraño, pero el colegio de leyes y las prácticas de leyes imprimieron en mí indeleblemente la necesidad de ir siempre a las fuentes primarias cuando buscamos la verdad sobre cualquier tema. Las “fuentes primarias” son las fuentes originales de las cuales se derivan otros materiales. Ir a las fuentes primarias es ir directamente a la boca del caballo.
Para explicarte mejor, las fuentes primarias de las enseñanzas de Juan Wesley son los escritos y sermones originales de Juan Wesley. Si deseas estar absolutamente seguro de lo que enseñó Juan Wesley, tendrás que ir a sus escritos y sermones originales. Ahora, si alguien leyera aquellos escritos y sermones, y luego escribiera un libro acerca de ellos, su libro sería una fuente secundaria. Una “fuente secundaria” se deriva de una o más fuentes primarias.
En un primer vistazo, usar fuentes secundarias podría parecer que es el mejor método. ¿Por qué ir a través de la dificultad de leer todos los escritos y sermones de Juan Wesley, cuando alguien ya realizó todo el trabajo para ti? Así razonaba yo antes de estudiar en el colegio de leyes.
El problema con las fuentes secundarias
A todos los que se inician en el estudio de leyes se nos exige tomar un curso sobre la investigación legal. Un joven profesor llamado Juan Newton dictaba las clases. Él era un gran intelectual, cuyas ideas trazaban el camino para nosotros. Como parte de este curso, el profesor Newton nos llevó a la biblioteca de leyes de la universidad y nos ayudó a relacionarnos con las fuentes disponibles para los abogados. Él nos mostró las fuentes primarias: enciclopedias legales, documentos y tratados. Él enfatizaba que nunca debíamos confiar en fuentes secundarias.
“Nunca te detengas hasta que hayas ido a las fuentes primarias,” nos decía. Explicaba que las fuentes secundarias son un camino principalmente para buscar las decisiones y estatutos de la corte. Por ejemplo, si un abogado quiere saber cuál es la ley concerniente a los animales, él comenzará a buscar en la enciclopedia legal el tema “Animales.” El artículo que encuentre allí, le explicará la ley acerca de los animales y citará los estatutos relacionados y las decisiones de la corte. Sin embargo, el abogado no debe detenerse allí. Más bien deberá ir y leer todas las citas de los estatutos originales y de las decisiones de la corte. Finalmente, el abogado hallará y leerá todos los otros casos de la corte que alguna vez hayan citado de aquellos estatutos y decisiones.
Bueno, como nuevo estudiante de leyes, me pareció que dicho prolongado procedimiento era mucha labor. Después de todo, los artículos escritos en las enciclopedias legales fueron escritos por abogados y profesores de leyes. “Con seguridad, ellos sabían cuál era la ley,” pensaba en mí mismo, “¿por qué recorrer el mismo círculo? ¿Por qué duplicar la investigación que alguien ya la realizó?”
Fue mucho tiempo después de haberme graduado de la universidad, que el consejo del profesor llegó con claridad a mí. Había surgido una discusión sobre el bien de un propietario y yo no sabía cuál era la ley para ese caso particular. Era una atardecer de un viernes: comencé a hojear una de las enciclopedias legales para averiguar cuál era la ley. Para mi consternación, la información en la enciclopedia indicaba que la ley estaba directamente contra mi cliente. Si hubiésemos ido a la corte, habríamos perdido.
Pensé llamar a mi cliente para contarle las malas noticias, pero ya que era tarde, decidí esperar hasta la próxima semana. Durante el fin de la semana, pensé en las palabras del profesor Newton y decidí leer las citas de las decisiones de la corte. Por tanto, el lunes volví y decidí leer los casos originales de la corte de los cuales había citado la enciclopedia. Para mi mayor alegría, encontré que la ley era exactamente lo opuesto de lo que decía la enciclopedia legal. La ley estaba firmemente de mi lado.
Me encontraba bastante desconcertado por la gravedad del error del abogado que escribió el artículo en la enciclopedia. La decisión principal de la corte no era dificultosa para entender.
He aprendido de otros abogados que mi experiencia no era única de ningún modo. La enciclopedia está llena de errores. Por esa razón, ningún juez consideraría un expediente legal del cual un abogado citase un artículo de una enciclopedia legal u otra fuente secundaria como su única fuente de autoridad.
Puedo asegurarte que los errores en las enciclopedias legales no están allí porque los abogados que escribieron los artículos tenían prejuicios o deliberadamente tenían el propósito de engañar a sus lectores. A los abogados que escriben artículos no les importa cuál es la ley sobre un tema específico. Su única meta es informar precisa y objetivamente la ley como tal. No obstante, cometen errores porque aún son seres humanos.
De lo malo a lo peor
Ahora, si las fuentes secundarias legales no pueden ser confiables, ¡cuánto menos las fuentes secundarias religiosas! No sólo por el mismo margen de error accidental que está presente, sino también por la presencia de puntos de vistas teológicos preconcebidos. Una persona no consigue una posición en la cual se le pide escribir artículos para enciclopedias o comentarios bíblicos sin haber pasado primero por una gran cantidad de seminarios de adoctrinamiento. El escritor cristiano de libros de referencia no es una persona de mente en blanco, ni un buscador independiente de la verdad de Dios. Al contrario, él tiene un tipo de ortodoxia intelectual o teológica al cual tiene que adherirse, si espera que su obra sea aceptada.
Incluso si el escritor fuera históricamente objetivo y espiritualmente honesto, él aún tendría un editor y una publicadora sobre él. Los editores y las publicadoras tienen convicciones muy definidas y políticas de publicación. Ellos jamás publicarán algo que contradiga sus posiciones firmes.
El problema es más complicado por el hecho de que la mayoría de los comentarios, Biblias de estudio, diccionarios bíblicos, libros de historia de la iglesia y otros libros cristianos de referencia no son, estrictamente hablando, fuentes secundarias. Recuerda, nuestra definición de una fuente secundaria es una que se deriva de una o más fuentes primarias.
La mayoría de libros que pretenden dar información histórica acerca de la iglesia del primer y segundo siglos están basados, no en fuentes primarias, sino en libros de alguien más. Yo me refiero a ellos como libros de fuentes terciarias. En otras palabras, el escritor no tiene conocimiento personal de lo que está tratando. Él simplemente está confiando en la investigación de otros. Y a eso se suman sus prejuicios y errores.
Las fuentes terciarias son lo equivalente a lo que nos referimos en el mundo legal como testimonio de oídos. Básicamente hablando, es una evidencia que no proviene del conocimiento personal de una persona. Por ejemplo, alguien puede decirme que su vecino se embriaga todas las noches. Ahora, si yo nunca he visto a su vecino embriagado, mi información es un testimonio de oídos. Normalmente no sería aceptado en una corte de justicia. Cuando confiamos en fuentes terciarias, esencialmente estamos confiando en un testimonio de oídos. Y esto nunca es una buena base para descubrir la verdad.
En realidad, la mayoría de los libros cristianos, comentarios y obras de referencia, no son calificados en mi opinión como fuentes terciarias. Esto es porque ellos no se basan en fuentes secundarias. Me refiero a ellos como fuentes “cuaternarias” (de cuarto). En otras palabras, el autor mismo nunca ha leído de las fuentes primarias, ni incluso fuentes secundarias. En lugar de ello, él sólo ha leído lo que otras personas han dicho, las cuales nunca han leído ninguna de las fuentes originales. A pesar de que el autor está muy lejos de usar las fuentes originales de autoridad, escribe como si supiera acerca de lo que está hablando. Y las personas aceptan sus palabras sin cuestionar, particularmente si tiene el título de Dr. o Lic. antes de su apellido.
El triste resultado es que las mismas suposiciones de algunos profesores de seminario se repiten en docenas de libros por varios autores que no cuestionaron la fidelidad de tales suposiciones. Y muy pronto, lo que no es más que especulación fantasiosa o invención prejuiciosa adquiere la apariencia de verdad, porque mucha gente la está diciendo.
He mencionado que uno de los entendimientos populares en la actualidad de 1 Corintios 11 es que esto se debía simplemente a un problema cultural del primer siglo: Pablo dio su instrucción acerca del velo, porque las prostitutas no cubrían sus cabezas; y si las cristianas no se cubrían con un velo, serían confundidas con las prostitutas. He oído esta explicación docenas de veces. Sin embargo, no se basa en ninguna evidencia histórica de los escritos de la iglesia primitiva. Es puramente la suposición de alguien. No obstante, ésta es más creída que la luz real que arrojan las fuentes primarias sobre dicho asunto.
Principio Nº6 Para encontrar la verdad acerca del cristianismo histórico, debes ir a las fuentes primarias.
Me parece que hemos hablado suficiente sobre las fuentes no confiables. Ahora veamos dónde podemos ir para averiguar cuál era el curso de acción de la congregación corintia y de las demás iglesias del Nuevo Testamento.
Leer el proximo Capítulo --9. Los escritos de los primeros cristianos