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Las reglas de la verdad

Cuando examino el título de una extensión de tierra, soy consciente que las conclusiones a las que puedo llegar, no afectarán de ningún modo a cómo es realmente poseído el título de propiedad. En otras palabras, mis conclusiones no pueden alterar la verdad. Si yo fuera a convencer a mi cliente erróneamente que el título está claro, sólo lograría perjudicarlo. El título mismo no sería afectado.

Esto es lo primero que necesitamos entender acerca de la verdad:

Lo que nosotros creemos que es la verdad, de ningún modo cambiará lo que en realidad es la verdad.

En otras palabras, las verdades acerca de Dios, de su Hijo, de nuestra salvación, de los castigos y premios después de la muerte, del bautismo y de otros muchos temas espirituales, no son afectadas en lo más mínimo por lo que tú y yo creamos. Si yo pudiera persuadir a cada persona en el mundo a aceptar todas mis creencias, esto no significaría que dichas creencias fueran correctas. Ni cambiaría lo que realmente es la verdad.

Yo creo que todos aceptaríamos este principio. De hecho, probablemente nadie afirmaría que él puede cambiar las verdades eternas por lo que cree. Pero nuestras actitudes demuestran lo contrario. El hecho es que nosotros conscientemente ignoramos las escrituras que contradicen nuestras doctrinas, y rehusamos admitir que otras interpretaciones de escrituras claves puedan ser correctas. Los eruditos acomodan sus traducciones de la Biblia para defender sus propias ideas preconcebidas. Y nosotros escogemos las traducciones que se adecúan a nuestros prejuicios y a los de nuestros líderes. De hecho, la mayoría de nosotros rehusamos ver las evidencias que podrían probar que nuestras interpretaciones son incorrectas.

Sí, en nuestro subconsciente realmente pensamos que podemos cambiar las verdades eternas manipulando la Biblia u ocultando las evidencias. ¡Qué ingenuos somos! Como Winston Churchill dijo: “La verdad es incontrovertible: el temor puede guardarle rencor, la ignorancia puede escarnecerla, la malicia puede distorsionarla; pero la verdad permanece allí.”4

A menos que una persona verdaderamente crea desde lo profundo de su alma que ella no puede alterar la verdad, nunca entenderá apropiadamente las Escrituras. Y a no ser que ella crea que no tiene nada que temer por la verdad, ni siquiera deseará hacer una búsqueda honesta de la verdad.

“Pero, ¿cómo puedo estar seguro si en verdad creo en este principio, que la verdad no puede cambiar?,” podrías preguntarte. La respuesta es: tú lo sabrás cuando seas capaz de leer la Biblia con la misma objetividad e imparcialidad con que un abogado de títulos lee una escritura. Es decir, cuando puedas acercarte a la Biblia con el único deseo de saber lo que en realidad la Biblia quiere decir. Pero hay una barrera que nos impide a la mayoría de nosotros a hacer esto. Dicha barrera se llama creencias preconcebidas.

Las creencias preconcebidas

Varios años atrás, durante una visita a Harlingen, Texas, mi esposa y yo paseábamos por una tienda de alfombras. Además de vender alfombras, la tienda también era una distribuidora autorizada de las aspiradoras Electrolux. Estábamos parados a unos pocos metros del mostrador, cuando una mujer se dirigió a la dueña de la tienda y le preguntó: “¿Qué marca de aspiradora recomienda usted?” ¿Cuál crees que fue la respuesta de la dueña?

Obviamente la dueña dijo que recomendaba las aspiradoras Electrolux. Pero ella no era una partidaria desinteresada, ¿cierto? Esta mujer ya tenía ideas preconcebidas sobre el asunto.

Éste es el principal problema cuando leemos la Biblia. Nosotros ya tenemos ideas preconcebidas de lo que encontraremos aún antes de voltear las páginas.

Las ideas preconcebidas son una barrera para encontrar la verdad

Como un antiguo escritor señaló: “Es imposible enseñar a alguien algo que él cree que ya sabe.” Si estamos convencidos que ya sabemos correctamente cuáles son las enseñanzas de la Biblia, podemos leerla una y otra vez, y aún así, nunca ver algo diferente de lo que ya creíamos. Para estar abiertos para recibir la verdad, debemos empezar con una mente en blanco.

Pero a la mayoría de nosotros nunca se nos ha dado esa oportunidad.

Cómo llegamos a nuestros sistemas de creencias

Aunque ahora limito mi profesión al trabajo de títulos de propiedad, anteriormente a menudo atendía algunos casos de litigios. Y en casi todos los casos gané. ¿Brillante abogado? ¡No! Apenas soy competente en la sala de un tribunal. Yo gané casi todos mis casos porque la otra parte nunca aparecía. En la ley a esto llamamos juicio en rebeldía. Los peores abogados del mundo pueden ganar un juicio en rebeldía.5

Desafortunadamente, la mayoría de cristianos han adquirido sus creencias doctrinales por medio de un “juicio en rebeldía.” No es muy dificultoso convencer a una persona que un conjunto de doctrinas son la “verdad,” mientras no se considera el conjunto de doctrinas opuestas.

Tomemos como ejemplo el caso de Peter Hawkins. Éste fue criado en un hogar piadoso. Sus padres fueron encargados de una iglesia de las Asambleas de Dios. Ambos inculcaron creencias pentecostales en Peter desde su niñez. Cuando Peter llegó a ser adulto, él sabía detalladamente todas sus doctrinas principales de santidad, y podía defenderlas hábilmente con las Escrituras. Él se reiría si le dijéramos que él obtuvo sus creencias por un juicio en rebeldía. “No, yo creo lo que creo porque esto es lo que la Biblia enseña,” él nos diría con mucha seguridad.

María Rodríguez tiene un testimonio un poco diferente. Ella fue criada en un hogar católico. Su madre iba a misa con regularidad, su padre iba con menos frecuencia. Sus padres raramente oraban en los alimentos (o en cualquier otra ocasión), y casi nunca leían su Biblia católica. Cuando María terminó sus estudios secundarios, dejó totalmente de asistir a misa. Pronto comenzó a utilizar drogas y a vivir inmoralmente.

Cierto día una compañera de trabajo llamada Janet le dijo a María cómo podía ella tener una relación personal con Dios. Ella mostró a María varios versículos de la Biblia que le demostraban la necesidad de reconocer sus pecados, arrepentirse de ellos y aceptar a Jesús como su salvador personal. María oró seriamente e invitó a Jesús a entrar en su corazón. Desde entonces comenzó a asistir regularmente a una iglesia bautista local con Janet. Ella se inscribió en los estudios dominicales “los nuevos miembros,” donde aprendió muchos temas bíblicos. Actualmente, María es una miembro fiel de la misma iglesia bautista. Igual que Peter, ella rechazaría con firmeza la idea de haber recibido sus creencias por un juicio en rebeldía. No, ella cree lo que cree “porque eso es lo que enseña la Biblia.”

A pesar de sus rechazos, Peter y María son ejemplos clásicos de cristianos que han obtenido sus creencias por un juicio en rebeldía. Como a un niño o a un nuevo creyente, sólo una versión del evangelio les fue presentada a ellos. Desde entonces, ambos han leído la Biblia a través de los ojos teológicos de la iglesia a la cual pertenecen.

Ahora Peter y María saben muy bien que hay otras numerosas versiones diferentes del evangelio. E incluso saben cuáles escrituras “tuercen” para apoyar sus doctrinas. Peter puede demostrar con claridad porqué la versión del evangelio que cree María es errada; y María del mismo modo, puede demostrar a cualquiera porqué la versión del evangelio que cree Peter es errada.

A menos que tú pertenezcas a unos de los “pueblos no alcanzados” que nunca han oído el evangelio y que no hayas tenido contacto con otros cristianos, entonces también tienes ideas preconcebidas acerca de lo que dice la Biblia. Eso no quiere decir que tales ideas sean incorrectas. Tampoco quiere decir que hay algo malo en el hecho de tener ideas preconcebidas. Los padres deberían instruir a sus hijos en lo que ellos creen que es la verdad. Las iglesias deberían proporcionar instrucción bíblica a sus miembros.

Po lo tanto, las ideas preconcebidas son normales. Pero esto no cambia el hecho de que ellas son una barrera para encontrar la verdad.

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste la Escritura?

Debido a nuestras creencias preconcebidas, la mayoría de los cristianos nunca han experimentado en verdad qué es escuchar lo que los escritores de la Biblia están diciendo. En lugar de ello, cuando leemos las Escrituras, todas nuestras ideas preconcebidas que nos fueron inculcadas desde niños o desde que nos convertimos, ahogan las palabras reales de la Biblia. Nosotros vemos las palabras en las páginas de nuestras biblias y pensamos que estamos escuchando aquellas palabras. Pero en realidad usualmente escuchamos sólo las palabras de nuestros maestros, no las palabras de la Biblia.

Permíteme explicarte lo que quiero decir. A mí me enseñaron a creer que todos los humanos heredan la culpabilidad del pecado original de Adán. Quizá es la teología correcta; quizá, no. Lo correcto de dicha teología no es importante en este punto. Desde niño me mostraron Romanos 5:12 como prueba de esta enseñanza: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”

Como consecuencia, cada vez que yo leía Romanos 5:12, mi mente oía decir al versículo: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos heredaron el pecado y la culpa de Adán.” Mi mente siempre oye las palabras de mis maestros, no las palabras reales de la Escritura. Y así estuve absolutamente convencido de que la Escritura enseñaba que nosotros heredamos el pecado y la culpa de Adán. Si alguien rechazara ese principio, yo diría que está ignorando el lenguaje claro de la Escritura.

Me tomó casi 30 años para darme cuenta que yo estaba escuchando interpretaciones preconcebidas, no el lenguaje sencillo de la Escritura. Para estar seguros, la teoría que afirma que nosotros heredamos la culpa de Adán, es una explicación plausible de Romanos 5:12. Quizá es la explicación correcta. Pero hay otras explicaciones plausibles de ese versículo. Y ninguno de nosotros será capaz de oír en verdad la Escritura hasta aprender a separar nuestras creencias doctrinales- nuestras “creencias plausibles”- del lenguaje real de la Escritura.

En resumen, dos de las reglas básicas de la verdad son: (1) Lo que nosotros creemos que es la verdad, no cambia lo que en realidad es la verdad, y (2) las creencias preconcebidas son una barrera para encontrar la verdad. Ahora que reconocemos estas dos características de la verdad, estamos listos para mirar algunos de los principios lógicos de interpretación que nosotros los abogados de títulos de propiedad usamos.

Una mente en blanco

Cuando mis clientes me dan un resumen del título a examinar, ellos quieren que comience con una mente en blanco. En otras palabras, no quieren que yo tenga ideas preconcebidas en cuanto al tipo de problemas de título que he de descubrir cuando examine dicho resumen. Lo que mi cliente no desea que yo haga, es examinar el título con prejuicios. Ellos no quieren que yo “construya un buen caso” de tal forma que la persona de la cual planean comprar la tierra tenga el título limpio. Una prejuiciosa examinación de título sería inútil para ellos.

Eso ejemplifica el primer principio lógico de interpretación:

Principio Nº 1 Para encontrar la verdad, debes comenzar con una mente en blanco.

“Y, ¿dónde nos deja eso?,” podrías preguntarte. “Ya que todos tenemos ideas preconcebidas, ¿cómo podemos descubrir la verdad?” No te alarmes. Hay un camino. Tenlo por seguro, la batalla está medio ganada una vez que la persona reconozca y admita que su mente no está en blanco. En otras palabras, no podemos tener una mente en blanco a no ser que admitamos que no tenemos una.

Sé muy bien que es difícil para la mayoría de nosotros admitir que tenemos creencias preconcebidas. Yo tenía treinta y siete años antes que mis ojos fueran rudamente despertados. Luego comencé a ver cuantas ideas preconcebidas realmente tenía. Antes de aquel tiempo, yo habría rechazado firmemente tener algunas.

¿Cómo puedes saber que estás leyendo las Escrituras con una mente en blanco? La respuesta es: cuando no tienes un sistema teológico que defender, cuando no tienes conclusiones previas a las cuales la Biblia deba estar ajustada. En realidad, ése es un estado muy dificultoso de obtener. Pero te mostraré un atajo inicial para ponerte en marcha.

Supongamos que tú estabas a punto de realizar un estudio sobre la enseñanza de la Biblia en cuanto a la salvación. Serías un cristiano raro, si no tienes algunas creencias sobre el tema referido. Pero vamos a pretender que aquellas ideas preconcebidas no existen. Al contrario, intentaremos trabajar alrededor de ellas.

Cuando tú veas las escrituras que correspondan al tema de la salvación, pregúntate tú mismo: “Si yo hubiese sido criado en una sociedad pagana y nunca antes hubiera leído la Biblia, ¿qué significado tendría este versículo para mí?” En otras palabras, “si yo no supiese nada, ¿probablemente qué pensaría de lo que dice este versículo?”

Este es el primer paso. Ahora, veamos algunos de los otros principios de interpretación basados en el sentido común.

Notas:
4. Winston Churchill, citado en Frank S. Mead, 12000 Religious Quotations (Grand Rapids: Baker Book House, 1989), p. 450.
5. Juicio en rebeldía: El que se lleva a cabo cuando el demandante o el demandado han sido declarados rebeldes por no presentarse o no acatar las disposiciones del Juez.

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