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Otras sorpresas en la iglesia primitiva

La primera vez que encontré una cita de los libros apócrifos en los escritos de la iglesia primitiva, casi caí de mi silla. “¡No puede ser!,” pensé dentro de mí. “Los libros apócrifos fueron añadidos por la Iglesia Católica Romana, ¿cómo es posible que un cristiano del segundo siglo los esté citando?”

Bueno, tiempo atrás encontré numerosas citas de lo que los protestantes llamamos “la Apócrifa.” En verdad, los libros apócrifos no debieron haberme sorprendido; pues aquellos escritos formaban parte de la Septuaginta que se utilizaba en la época del Nuevo Testamento. Los escritos de los primeros cristianos demuestran que ellos eran casi universalmente aceptados por la iglesia primitiva como parte de la Escritura. No fue hasta el siglo cuarto que Jerónimo confirió a tales obras el epíteto de “Apócrifa.”

Me sorprendió bastante que los escritos de la Apócrifa estuviesen incluidos en la primera versión del King James. Sin embargo, la precedía un comentario, el cual señalaba que no eran considerados una autoridad doctrinal. No fue hasta 1827 que desaparecieron de los ejemplares de la versión King James.33

El libro de la Apócrifa del cual citaron más a menudo los primeros cristianos fue el libro de Sabiduría, también conocido como la Sabiduría de Salomón. Ellos lo entendieron como un libro que principalmente hablaba de Cristo: la Palabra eterna o el Logos del Padre. Al hacer esto, seguían el ejemplo de los apóstoles.

Aunque no hay citas literales del libro de Sabiduría en el Nuevo Testamento, parece haber muchas citas parafraseadas o referentes a él. Por ejemplo, los atributos de la persona llamada Sabiduría en el libro de Sabiduría, se asemeja a las menciones del Hijo de Dios en el Nuevo Testamento. En efecto, Pablo específicamente se refirió de Cristo como “el poder de Dios y la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:24 la cursiva es mía). Además, el libro de Sabiduría describe la Sabiduría Divina como el “reflejo de la luz eterna, espejo sin mancha de la actividad de Dios e imagen de su bondad” (sabiduría 7:26). En palabras similares, Hebreos describe a Cristo como “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3). 34

Lo que es más, la teología general del libro de Sabiduría es asombrosamente parecida a la del Nuevo Testamento. Hay cerca de treinta pasajes en el Nuevo Testamento que son muy similares a los versículos en la Sabiduría de Salomón. Un ejemplo es Romanos 9:21: “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” Aunque nuestras biblias citan a Jeremías 18:3 como una fuente de las palabras de Pablo, yo creo con más seguridad que Pablo estaba parafraseando Sabiduría 15:7: “El alfarero, por ejemplo, amasa laboriosamente el barro blando y moldea cada vasija que necesitamos; pero del mismo barro hace por igual las que sirven para usos nobles y las que sirven para otros usos; es él, sin embargo, quien decide cuál ha de servir para este o aquel uso.”

¿Hemos de creer que muchos de los pasajes paralelos entre Sabiduría y el Nuevo Testamento son sólo coincidencias? ¿Es la similitud entre la teología de Sabiduría y la cristiana sólo un accidente? Si el libro de Sabiduría es la obra de un simple autor humano, ¿cómo obtuvo ese autor tal entendimiento espiritual?

¿Qué estoy tratando de decir? Principalmente estoy diciendo que, si nosotros deseamos entender la Escritura como la entendieron los cristianos del Nuevo Testamento, necesitamos relacionarnos con las mismas obras espirituales que ellos leían. Sin pretender encontrar nuevas doctrinas y mandamientos en aquellas obras, los libros de la Apócrifa son una fuente importante para el Nuevo Testamento.

¿Es la Apócrifa parte de la Escritura?

Estoy diciendo que los protestantes tenemos que examinar la Apócrifa otra vez. Líderes evangélicos prominentes tales como Josh McDowell aún se refieren a la Apócrifa como “los libros añadidos al Antiguo Testamento por la Iglesia Católica.”35 Pero eso no es verdad de ninguna manera. Éstos no son libros que la Iglesia Católica añadió a las Escrituras; fueron libros que los líderes religiosos judíos quitaron de las Escrituras. Los debates acerca de la Apócrifa en el segundo siglo eran entre los cristianos, que aceptaban tales escritos como parte de la Escritura, y los incrédulos judíos, que no los aceptaban.36

Aunque de ningún modo sería dogmático, creo que es muy posible que el apóstol Pablo estaba aprobando estos escritos como inspirados por Dios cuando dijo a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16). ¿A qué Escritura se refería Pablo aquí? A los mismos escritos sagrados que Timoteo había conocido desde su niñez (Tim 3:15). Y ¿cuáles fueron estos escritos? Veamos.

Timoteo era nativo de Listra, un pueblo en la provincia romana de Galacia (Hechos 16:1). Su padre era griego y su madre una judía helenística (Hechos 16:1; 2 Tim 1:5). Sin duda, los escritos sagrados que Timoteo había leído desde su niñez era la Septuaginta. Ésta era la Biblia de los judíos de habla griega. Además, Pablo había acabado de citar Números 16:5 de la Septuaginta a Timoteo: “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Tim 2:19) (El texto masorético de Números 16:5 dice: “mostrará Jehová quién es suyo”). Así que cuando Pablo habló de toda la Escritura, Timoteo lo habría entendido naturalmente que estaba refiriéndose a la Septuaginta.

La Septuaginta del primer siglo contenía los libros que los protestantes llaman Apócrifa. Tales libros no se hallaban juntos en una sección aparte dentro de la Septuaginta. Al contrario, se hallaban esparcidos por todo el Antiguo Testamento, de acuerdo al orden histórico, profético y poético.

Así que, cuando Pablo dijo que “toda la Escritura” es inspirada, ¿no entendió fácilmente Timoteo que él estaba hablando de todos los libros contenidos en la Septuaginta? Ésta es la posición apoyada por el curso de acción de la iglesia primitiva, pues casi universalmente aceptaron la Apócrifa como inspirada.

Cerrando el canon de los judíos

Los escritos de la Apócrifa no fueron suprimidos oficialmente del canon judío hasta fines del primer siglo. No cabe duda en mi mente que los líderes religiosos judíos rechazaron estos libros principalmente porque los cristianos los estaban utilizando para convencer a los judíos. Por ejemplo, las descripciones del Hijo de Dios en el libro de Sabiduría son demasiado claras para ignorarlas.

Además, podrían estos líderes religiosos negar que el libro de Sabiduría profetizara acerca de Jesús y de su enfrentamiento con sus antepasados, los escribas y los fariseos, cuando dice:

Dice que conoce a Dios, y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche a nuestra manera de pensar; su sola presencia nos molesta. Su vida es distinta a la de los demás, y su proceder es diferente. Nos rechaza como a moneda falsa, y se aparta de nuestra compañía como si fuéramos impuros. Dice que los buenos, al morir, son dichosos, y se siente orgulloso de tener a Dios por padre. Veamos si es cierto lo que dice y comprobemos en qué va a parar su vida. Si el bueno es realmente hijo de Dios, Dios lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a insultos y torturas, para conocer su paciencia y comprobar su resistencia. Condenémos-lo a una muerte deshonrosa, pues, según dice, tendrá quien lo defienda. (Sab. 2:13-20)

¡Ésta es una increíble profecía! ¡Con razón los escribas no querían que los judíos leyeran este libro! Y puesto que este libro formaba parte de la Septuaginta, ¿nos parece extraño que los líderes judíos rechazaran toda la Septuaginta también?

¿Quiénes fueron estos líderes judíos que efectivamente suprimieron el libro de Sabiduría y los otros libros de la Apócrifa del canon del Antiguo Testamento? Nadie, sino los hijos espirituales de los escribas y fariseos, a los cuales Jesús llamó “guías ciegos,” “necios,” “hipócritas,” “sepulcros blanqueados” e “hijos de los que mataron a los profetas” (Mateo 23: 13-31). Éstos fueron los mismos hombres que encarcelaron y mataron a los primeros cristianos.

¿Te das cuenta de lo que hemos estado haciendo los protestantes? En la selección del canon y texto para nuestro Antiguo Testamento, hemos sido cómplices de los escribas y fariseos incrédulos, “la raza de víboras,” contra nuestros fieles hermanos y hermanas de los dos primeros siglos. ¡Qué amarga ironía! ¡Tal vez somos nosotros los guías ciegos!

El libro de Enoc y La asunción de Moisés

Quizá ya no deseas ser herido con más bombas. Yo tampoco, pero ya que he compartido todo esto contigo, te diré lo demás. Los primeros cristianos también citaron de las obras espirituales judías que ni siquiera formaban parte de la Septuaginta. Muchas veces mencionaban el libro de Enoc y a veces citaban de él. Muchos de los primeros cristianos veían el libro de Enoc como parte de la Escritura, aunque no era aceptado así por todos.

Hoy en día, los protestantes nos referimos a ellos generalmente como la “seudopigrafía del Antiguo Testamento.” Sin embargo, lo que llamamos “seudopigrafía del Antiguo Testamento” es en realidad un conjunto desordenado de escritos espirituales judíos y seudojudíos. Es incorrecto pensar de dichos escritos como si se tratara de un conjunto de obras relacionadas entre sí; pues no todos son del mismo nivel espiritual. Algunas de aquellas obras tales como Enoc, contienen una revelación genuina de parte de Dios. Otras, tales como el Martirio de Isaías, contienen información histórica precisa. Y aún otras, como el Apocalipsis de Adán, son evidentemente ficticias. Lo único común en aquellas obras es que ninguna de ellas formaba parte de la Septuaginta.

Cierto día, mientras tomaba té con un amigo cristiano, platicábamos sobre el uso de la Apócrifa y la Seudopigrafía entre los primeros cristianos. Él me contradijo diciendo: “Bueno, los escritores del Nuevo Testamento nunca citaron de la Apócrifa ni de la Seudopigrafía; así que ellos tampoco deben hacerlo.”

“¿Aceptas el libro de Ester?,” le pregunté.
“¡Por supuesto!,” respondió. “Es parte de la Biblia.”
“Pero los escritores del Nuevo Testamento tampoco citaron de él. Además, era un libro en discusión en los tiempos de Jesús.”
Él no tenía respuesta.
“Bueno, ¿aceptarías la Apócrifa y la Seudopigrafía si los escritores del Nuevo Testamento citaran de ellos?,” le pregunté.
“¡Claro que sí!,” respondió.

Entonces miramos el libro de Judas en nuestras biblias y leímos juntos los versículos 14 y 15: “De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: Vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.”

“Tales versículos,” le expliqué, “son citas directas del libro de Enoc. Ahora, ¿estarías dispuesto a aceptar el libro de Enoc como parte de la Biblia?”

Se quedó callado.

Enoc no es la única obra referida en Judas. En el versículo 9, Judas escribió: “Pero cuando el arcángel Miguel luchaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: ‘El Señor te reprenda’.” ¿Recuerdas haber leído en el Antiguo Testamento acerca de una discusión entre Miguel y Satanás por el cuerpo de Moisés? Por supuesto que no. Pues no se registra tal discusión en nuestro Antiguo Testamento. Más bien, este hecho se relata en la obra titulada “La asunción de Moisés.”

Las citas mencionadas de ambas obras, representan un desafío al canon protestante acomodado. El término “seudopigrafía” significa escritos falsamente atribuidos a alguien que no es el autor original. Pero Judas afirma específicamente que la profecía que citaba era de “Enoc, séptimo desde Adán.” Por consiguiente, o los escritores del Nuevo Testamento se equivocaron o no deberíamos catalogar el libro de Enoc como parte de la Seudopigrafía.

¿Y qué del relato concerniente a la disputa entre Miguel y Satanás? ¿Podría un ser humano poseer tal conocimiento? Por tanto, La asunción de Moisés debe contener algún tipo de revelación de parte de Dios que no está en nuestro Antiguo Testamento.

Y no sólo es el libro de Judas que contiene referencias a otros escritos espirituales. En su segunda carta a Timoteo, Pablo escribió: “Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad” (2 Tim. 3:8). ¿Recuerdas haber leído en el Antiguo Testamento acerca de dos hombres llamados Janes y Jambres que se opusieron a Moisés? No existe tal referencia. En cambio, sus nombres aparecen en el libro de Janes y Jambres. Finalmente, el escritor de Hebreos se refería a un libro titulado Martirio de Isaías cuando hizo mención de los hombres de la fe que habían sido “aserrados por la mitad” (Hebreos 11:37).

“Acomodando” el Nuevo Testamento

Estos escritos espirituales de los cuales citaron o hicieron referencia los escritores del Nuevo Testamento, circulaban ampliamente en el primer siglo. Puesto que los escritores del Nuevo Testamento hacían referencias a dichas obras, ¿es sorprendente que los cristianos de los siglos uno y dos hicieran lo mismo? ¿Por qué deberíamos sorprendernos al ver que los primeros cristianos leyeron y citaron de las mismas fuentes usadas por los escritores del Nuevo Testamento? Sin embargo, nos sorprende.

Es así porque hemos “acomodado” a los apóstoles, apartándolos del escenario de su vida real. Todas las cosas en el Nuevo Testamento que no concuerdan con nuestro paquete protestante, acomodado y ordenado, simplemente las atribuimos a la “inspiración,” y podemos ignorarlas. Afirmamos que fue correcto para los apóstoles hacer referencias a estas obras sólo porque los apóstoles eran inspirados; lo cual es solamente una excusa espiritual.

Debido a nuestros prejuicios protestantes, hemos cerrado nuestros ojos a algunos de los escritos espirituales e históricos importantes de origen judío, como los ya mencionados “El martirio de Isaías” y el libro de “Janes y Jambres.” Éstos no son parte de la Escritura, pero proveen información antigua acerca de ella. Parece que los protestantes piensan que solamente porque un escrito antiguo judío no es parte de la Escritura, entonces es o ficticio o herético. Si ellos son ficticios o heréticos, ¿por qué los apóstoles y los discípulos hicieron referencia y citaron de ellos?

Estoy seguro que recibiré una gran cantidad de críticas y denuncias por sacar a la luz estas cosas. Pero; ¿qué preferirías que yo hiciera? ¿Esconderlas debajo de la alfombra? ¿Imaginar que nunca las he visto? Las he mencionado por dos razones: Primero, para prepararte para lo que encontrarás cuando leas los escritos de la iglesia primitiva. Y segundo, para enfatizar que si vas a entender la Escritura como lo hicieron los escritores del Nuevo Testamento, debes conocer las mismas obras espirituales que ellos leían.

Aceptemos o no los libros apócrifos o Enoc como canónicos es de menor importancia en el asunto tratado. La opinión que sostengamos acerca de ellos, no afectará nuestro estilo de vida cristiano. No hay doctrinas, ordenanzas o mandamientos que cambien por considerar tales obras como parte de la Escritura. Pero al menos seamos honestos en cuanto a ellas y reconozcamos que los apóstoles y los primeros cristianos las usaron. Dejemos de cerrar nuestros ojos a la historia de la iglesia primitiva.

Desafortunadamente, éstas no son las únicas cosas a las que hemos cerrado nuestros ojos.

Notas:
33. Edgard J. Goodspeed, Preface to The Apocrypha (New York: Random House, Inc., 1959), pp. vii, viii.
34.Otros ejemplos de pasajes paralelos son: “Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (2 Cor. 5:4). Compara esto con Sabiduría 9:15,16: “El cuerpo mortal es un peso para el alma; estando hecho de barro, oprime la mente, en la que bullen tantos pensamientos. Con dificultad imaginamos las cosas de la tierra, y trabajosamente hallamos lo que está a nuestro alcance. Pero, ¿quién puede descubrir las cosas celestiales?” Como descripción del galardón de los justos, Sabiduría dice: “Por lo tanto, recibirán de manos del Señor un reino glorioso y una hermosa corona; él los protegerá con su mano y los defenderá con su brazo” (Sabiduría 5:16). Es muy probable que Pablo estaba citando de Sabiduría cuando dijo a Timoteo: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:8). Siglos antes que Pablo escribiera el libro de Romanos, Sabiduría había dicho: “Sin embargo, por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la sufren los que del diablo son” (Sabiduría 2:24). Esto corresponde a las palabras del apóstol Pablo: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom. 5:12). Algunos otros paralelos son: Sab. 1:4/Rom. 7:14; Sab. 1:13/ 2 Pe. 3:9; Sab. 2:18/Mt. 27:43; Sab. 3:7/Mt. 13:43; Sab. 5:18-20/ Ef. 6:13-17; Sab. 6:1-4/Rom. 13:1-4; Sab. 9:9/Jn. 1:1,10; Sab. 14:22-31/Rom. 1:20-32; Sab. 15:3/Jn. 17:3; Sab. 18:15,16/Ap. 19:13,15; y Sab. 16:13/Hch 2:31.
35. Josh McDowell, Evidence That Demands A Veredict, (San Bernadino, CA: Here’s Life Publishers, INc., 1979), p. 33.
36. Por ejemplo, vea Justino Mártir Diálogo con el judío Trifón.

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